El presidente francés, Emmanuel Macron, durante su anuncio al país de las medidas impuestas para tratar de frenar el avance del coronavirus. | ERIC GAILLARD

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El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha anunciado este lunes un periodo de 15 días de aislamiento en los hogares efectivo para todo el territorio del país para intentar así atajar el contagio del nuevo coronavirus. Además, ha anunciado el aplazamiento sin fecha de la segunda vuelta de las elecciones locales, prevista para el 22 de marzo.

«Nuestros viajes se reducirán considerablemente. Ya no se permitirán reuniones al aire libre y no podremos estar con nuestros amigos. Se trata de limitar los contactos en la medida de lo posible», ha explicado Macron en un mensaje a la nación.

«En todo el territorio francés solo se deben realizar los desplazamientos necesarios, para comprar, respetando las distancias, para recibir tratamiento médico, para ir a trabajar (...) Todas las empresas deben organizarse para facilitar el trabajo en remoto y cuando ello no sea posible, tendrán que adaptar su organización», ha añadido, al tiempo que ha advertido de que «cualquier incumplimiento será penalizado».

Macron ha destacado que la decisión ha sido por «acuerdo unánime» con los líderes de los partidos políticos. «Estamos en guerra, en una guerra de salud, por supuesto, pero el enemigo está aquí, invisible, esquivo», ha arengado.

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En respuesta, Macron se ha propuesto luchar «día y noche» contra la epidemia. Para hacerlo «todas las reformas se suspenden, comenzando por la reforma de las pensiones».

Sí recalcó que la movilizan será total para frenar la pandemia, con medidas que incluyen la posibilidad de legislar por decreto la gestión de esta crisis y la suspensión de las reformas en marcha, incluida la más polémica, la de las pensiones.

El esfuerzo también será económico, con la futura creación de un Fondo de Solidaridad para ayudar a los empresarios, el aplazamiento de los cargos sociales y fiscales y la promesa de una garantía del Estado de 300.000 millones de euros para los préstamos bancarios contraídos por las pequeñas empresas.

«Ninguna será abandonada al riesgo de quiebra», prometió en una alocución de tono marcial y con llamamientos constantes a la colaboración de los franceses, convencido de que la población saldrá reforzada de esta crisis.