Estoy comprometido con apoyar con los ojos cerrados lo que estamos haciendo contra el coronavirus, incluso aunque no lo entienda. Por eso, me cuidaré mucho de hacer críticas a quienes están desbordados de trabajo, intentando abordar tantos frentes a la vez. Sólo me atrevo a formular humildes preguntas que, probablemente, todas terminen por apuntar al capricho del virus, que se comporta de forma errática.
La cuestión que más me inquieta de estas últimas horas es la negativa de los empleados de las residencias de ancianos para vacunarse. En unos medios de comunicación leí que sólo el sesenta por ciento había dado el consentimiento, mientras que en otros ese porcentaje es aún menor. Aceptemos que yo pueda ser multado por no llevar la mascarilla por la calle, incluso aunque no haya nadie allí; aceptemos que esa multa incluso pueda producirse por un olvido involuntario y no por un acto de desafío a la autoridad; entonces, si yo puedo ser sancionado por no usar una mascarilla que en el pasado se llegó a decir que era innecesaria, ¿por qué un empleado de las residencias públicas puede no vacunarse, precisamente cuando está tratando con personal vulnerable, como le llamamos ahora a las personas de riesgo? ¿Será que el virus no les ataca a ellos? Virus caprichoso donde los haya.
A mí todo esto me parece un pelín más grave: las vacunas, hasta donde he leído, se han hecho siguiendo todos los procedimientos científicos, de manera que hay suficientes garantías sobre su oportunidad. Son como los cinturones de seguridad en los coches o los sistemas antiincendios: está demostrada su utilidad, su importancia, su necesidad. Diríamos que «salvan vidas». Siendo así, y creo firmemente que es así, ¿podemos permitir que una sola vida quede en riesgo por una postura carente de fundamento científico? Porque a continuación uno se pregunta si estas mismas personas puede también incumplir una prescripción médica, siendo igualmente tan científica como la vacuna. Observen que hablamos de empleados públicos que están prestando servicios de asistencia para instituciones que avalan las vacunas.
Me cuesta entender que unos albañiles que iban en un coche en pleno confinamiento hayan sido multados con seis mil euros y, en cambio, en este caso parezca que vamos a hacer la vista gorda.
He leído y comprendo bastante bien el riesgo que tienen las aglomeraciones para la difusión del virus. Pero, sin embargo, no entiendo por qué el Govern ha hecho anuncios poniendo en la ‘picota' a las grandes superficies. ¿Alguien se puede creer que en un pequeño comercio, en un supermercado, en la frutería de la esquina de casa, el virus es más tolerante? No puedo entender que se señale con el dedo a las grandes superficies y se ignore que hasta ahora en los autobuses de la EMT ni siquiera era obligatorio dejar algún asiento sin ocupar. Algo no me concuerda cuando recuerdo que Ibiza hace apenas dos meses tenía una explosión de casos sin que haya grandes superficies. Vaya con los caprichos del virus.
No termino de entender que diez meses después sigamos sin atención primaria. Un servicio fundamental se ha convertido en un sucedáneo telefónico. Aceptemos que al principio había que abordar los riesgos que entrañaba su prestación normal, pero diez meses después ¿seguimos igual? Si la seguridad de los empleados de los supermercados hubiera importado tanto como la del personal de los ambulatorios, hace tiempo que nos habríamos muerto de hambre.
Y, ya que hago preguntas, ¿por qué el virus supone un peligro en las consultas de la medicina pública y en cambio en la medicina privada –frecuentemente atendida por los mismos médicos, porque nuestro Govern, débil con los fuertes, nunca se ha atrevido a tocar este privilegio– es inocuo? Vaya con el virus.
14 comentarios
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Sr Mato yo le haré dos preguntas. ¿Si las vacunas son totalmente seguras, porqué las farmaceuticas no se responsabilizan de cualquier efecto secundario que pueda ocurrir? Y ¿Como nos podemos fiar de unas vacunas creadas en un tiempo record y con una tecnología como es el RNA, totalmente nueva y no testada anteriormente?
Has dado en la diana tirando demasiado flojo y sin envenenar la flecha.
El q no quiera vacunarse, al paro.
Sr. Mato, ha puesto el dedo en la llaga.Como ciudadano yo me pregunto también que están haciendo en el sistema público de atención primaria si yendo a cualquier hospital privado se ve que están a tope(manteniendo los protocolos de seguridad claro).¿ Alguien puede dar una explicación coherente?
Hipocritas@ Díselo a IGLESIAS Y SANCHEZ....y deja a los sanitarios que ,se juegan la vida por nosotros, que hagan lo que consideren adecuado....
Senyor Mato, un periodista com vostè hauria d'estar més en contacte amb la realitat. En primer lloc, NO es pot obligar a inocular una vacuna a ningú, sempre s'ha pogut "optar" per no fer servir vacunes, tot i que sigui una gran irresponsabilitat per part d'aquests treballadors, però recordem que són gent normal i corrent i com es pot veure pel carrer i als comentaris d'aquest diari, hi ha molta gent negacionista i no disposada a posar-se cap vacuna. No hi ha cap llei que obligui a vacunar-se a aquest personal, per tant no se'ls pot obligar. Els centres haurien de despedir a aquesta gent si creuen que són un perill. Les grans superficies en aquestes dates de consumisme es posen fins adalt, si vostè ha passejat per Palma en anys anteriors. I a Eivissa hi ha hagut moltes festes il·legals. La gent es pot infectar de moltes maneres si encara no se n'han adonat després d'un any sencer de pandèmia. Faria bé de no sembrar dubtes si vol que tot això acabi.
Si tanto que dicen, que nuestros sanitarios son héroes, cosa que no podamos dudar. Porque se niegan en unos centros, vacunarse, más de la mitad de los sanitarios. Sobretodo los que atienden gente con patología graves o personas mayores. Vamos que uno está harta de oír, no salgáis de fiestas, evitad aglomeraciones. Que están desbordados, por culpa de todas estas acciones. Si hay que evitarlo a toda costa. Pero son ellos los primeros, con lo anterior citado, tienen que vacunarse,¡ Sí tan héroes son! Ya empiezo a dudar si son tan heroicos. Mientras nosotros, los ciudadanos, soportando, que ellos digan que los contagios son culpa nuestra. Sanitarios, den ejemplo, vacunense. Es más la mayoría de los residentes de las residencias quieren vacunarse y el personal médico, no, porque motivo. Que especifiquen por escrito porque rechazan la vacuna.
Enhorabona Lip, el millor comentari que he llegit en molt de temps. Ja està be de llegir a amargats i magufos que critiquen i no donen ni una solució. En pocs minuts ja sortirà es b@mbol de turno posant “disfrute lo votado”
Lo de las diferentes manera de sancionar es INCONGRUENTE...Lo de los AUTOBUSES METRO Y TRENES de JUZGADO DE GUARDIA....Lo de ATENCIÓN PRIMARIA y RETRASOS en PRUEBAS HOSPITALARIAS incluso en DETECCIÓN DE TUMORES.....También de JUZGADO DE GUARDIA....Es un SINSENTIDO ABSOLUTO ,pero ahora lo mas importante es CULPAR al 0,05 por ciento de LOCOS INSOLIDARIOS de TODA LA SITUACIÓN....Cosa que NADIE se debería creerse.
El virus supone un peligro, vaya por delante, y el principal para los que gobiernan seguramente sea que el sistema público de salud colapse, algo que veo improbable en la sanidad privada; creo que ese es su mayor privilegio y no digo nada más para no entrar en demostraciones de fuerza entre gobiernos y otros poderes. No es que no me parezca bueno el artículo, pero lo que dice sobre los empleados de los supermercados a mi me parece un pelin demagogia; y está claro que sí, que en efecto, seguimos igual pero con algunas diferencias como que ya no mueren tantos sanitarios como al principio. Los empleados de residencias que no estén por vacunarse tendrán que ser responsables y tomar una decisión que no implique poner en riesgo otras vidas con su trabajo, esencial como el que se hace en los supermercados pero que implica un peligro inasumible. Los gobernantes deberían ser más contundentes con un mensaje claro que anteponga la salud pública. Feliz año, a los de la foto también