Un tribunal de la ciudad italiana de Palermo (sur) condenó este viernes a cadena perpetua al capo mafioso Nino Madonna por el «caso Agostino», un doble homicidio cometido en 1989 y que ha estado envuelto en dudas durante más de tres décadas y que empieza ahora a ser revelado.
Madonia, de 69 años, miembro de uno de los clanes históricos de la Cosa Nostra, es el primer condenado por el asesinato de un joven policía y de su esposa en el verano de 1989, un caso con vinculaciones con los servicios secretos que ha permanecido desde entonces en el misterio.
El juicio proseguirá el 26 de mayo para los otros dos imputados: Gaetano Scotto, presuntamente uno de los sicarios, y el que fuera amigo del agente, Francesco Paolo Rizzuto, acusado de encubrir pruebas y de no colaborar con la investigación.
El crimen tuvo lugar el 5 de agosto de 1989: Antonino Agostino, un policía de 28 años, acudía a una fiesta familiar en la localidad de Villagrazia di Carini junto a la mujer con la que se había casado un mes antes, Ida Castelluccio. Iban a anunciar que esperaban un hijo.
Durante el trayecto, la joven pareja fue alcanzada por dos hombres armados a bordo de una motocicleta, desde la que abrieron fuego. Él, desarmado, murió al instante, mientras que su esposa lo hacía poco después en el hospital por una herida de bala en el corazón.
El crimen enseguida levantó sospechas ¿Por qué querría alguien matar a un simple policía en la periferia palermitana? En un primer momento se siguió la pista de un asunto «pasional», pero los fiscales acabaron siguiendo el rastro de la mafia.
Y ahora, 32 años después, se ha llegado a la sentencia y a las primeras conclusiones, gracias a la batalla del padre del agente, Vincenzo Agostino, que nunca dejó de exigir verdad y justicia y ha dejado crecer su larga barba blanca hasta que la consiga del todo.
El joven policía en realidad formaba parte de un grupo creado por los Servicios Secretos italianos para localizar y capturar a capos fugitivos en el que trabajaban también miembros de Cosa Nostra.
La investigación permitió descubrir que Agostino colaboraba con el magistrado Giovanni Falcone, asesinado en 1992 por Cosa Nostra. De hecho este acudió a su funeral y llegó a decir que le había salvado la vida, pues desbarató un atentado contra él poco antes.
El «Caso Agostino» es uno de los símbolos de los misteriosos Años de Plomo y de la negociación entre el Estado y la mafia siciliana, que por entonces desangraba Italia con sus atentados.
El padre del agente celebró emocionado este viernes esta primera condena, «una gran victoria», pero insistió en denunciar la connivencia del Estado con miembros de la mafia en el caso del asesinato de su hijo, así como en la presunta destrucción de pruebas tras el crimen.
Y aseguró que seguirá sin cortarse la barba, pues aunque la condena al capo Madonina es una primera pieza de la verdad, el puzzle que aclare lo que ocurrió a su hijo sigue incompleto.
«Espero que después de esta primera jornada alguien se decida a hablar. Todavía hay tres personas con vida que ejercen roles institucionales importantes en Italia que espero que se animen a hablar», pidió el padre a la salida del tribunal, sin dar nombres.
Esta primera sentencia ha sido también celebrada por figuras como el alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, o del presidente de la Comisión parlamentaria Antimafia, Nicola Morra, que ensalzó el «ejemplo» del padre del agente.
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