Desfile militar talibán en la antigua base militar estadounidense en Bagram. | Redacción Digital

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El grupo yihadista Estado Islámico (EI) se ha atribuido este martes la responsabilidad de una explosión que mató a seis personas en Kabul, la capital de Afganistán, este pasado lunes, según han afirmado los salafistas en una publicación en su canal de Telegram. Al menos trece personas resultaron heridas en lo que fuentes del Gobierno talibán calificaron como atentado suicida.

«Esta tarde en la carretera de Darul Aman, en el oeste de Kabul, un atacante suicida y al menos seis de nuestros compatriotas murieron y otros 13 resultaron heridos», afirmó a EFE el portavoz del Distrito Policial 6 de la capital, Mawlawi Zabiullah. El ataque tuvo lugar en una estación de autobús «cuando la gente se encontraba esperando la llegada de uno de los vehículos», añadió.

Un portavoz de la Policía capitalina, Khalid Zadran, afirmó que los heridos fueron trasladados a distintos hospitales de la ciudad y añadió que las autoridades del Gobierno interino de los talibanes han lanzado una investigación sobre el ataque. La zona de Kabul donde tuvo lugar la explosión se encuentra habitada mayoritariamente por miembros de la minoría étnica hazara, formada principalmente por musulmanes chiíes, que ha sido blanco de numerosos ataques reivindicados por el Estado Islámico de Khorasan, el brazo afgano del EI.

En los últimos tres años, desde que los talibanes se hicieron con el control de Afganistán, los ataques del grupo EI (seguidor del islam suní) se han dirigido contra las fuerzas de seguridad de los fundamentalistas, las minorías chiíes hazara y lugares de culto y escuelas de comunidades sufíes. Una persona murió y otras once resultaron heridas el pasado 12 de agosto por la explosión de una bomba adherida a un vehículo de pasajeros en la zona de Dasth-e-Barchi de Kabul, habitada por la minoría hazara. El pasado 21 de marzo, otras 23 personas murieron y 60 resultaron heridas en un ataque suicida en el Banco de Kabul en la ciudad de Kandahar, en el sur de Afganistán, mientras los empleados del gobierno talibán hacían cola para cobrar sus salarios.