Desde que el pasado mes de mayo abrió sus puertas en la calle Can
Salas de Palma para acoger a los familiares de enfermos procedentes
de Menorca, Eivissa y Formentera, el «Casal Balear» ha dado cobijo
a sesenta familias.
Auspiciado por la Diócesis de Mallorca, el «Casal Balear» ha
cumplido sus objetivos en estos primeros siete meses de existencia.
Así lo considera Esperanza Florit, miembro de la Delegación
Pastoral de la Salud, quien afirma que «el balance no puede ser más
positivo, ya que se ha demostrado que éste era un servicio que
había que dar a la sociedad, ya que los desplazamientos hasta Palma
de familiares de enfermos con una economía precaria supondrían un
gasto elevadísimo que soportarían a duras penas».
La finalidad del «Casal Balear» es la de ayudar a aquellas
personas que, por circunstancias de enfermedad de un miembro de su
familia tienen que dejar su casa y trasladarse a un hospital lejos
de donde viven habitualmente. Esta ayuda está dirigida a
proporcionar asistencia temporal para cubrir las necesidades de
alojamiento, así como soporte emocional y moral.
Este trabajo lo vienen realizando doce voluntarias que, según
Esperanza Florit, después de esta primera experiencia están
decididas a seguir dando su tiempo al servicio de estas personas.
El «Casal Balear» consta de once habitaciones, tres de ellas
dobles, que a lo largo de estos meses han registrado una ocupación
media del 80 por ciento. La estancia media de los familiares de
enfermos que se han dirigido al «Casal Balear» ha oscilado entre
dos meses y tres días.
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