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«Sigo pensando que Ca l'Abat se merece un futuro y lucharé porque se haga realidad la fundación cultural». De esta forma se expresa Bruno Morey, canónigo doctoral, quien en las últimas semanas ha recibido un duro golpe al enterarse de que Ca l'Abat, finca de la que es usufructuario, está a la venta. La historia de Ca l'Abat, possessió señorial de la Serra de Tramuntana, transcurre simultáneamente a la historia de la Isla.

En 1230, el rey Jaume I concede Ca l'Abat a Nuño Sanz, conde de Rosellón, quien en 1239 decide regalar la posesión a los cistercienses que llegaron con el rey. Con la desamortización de Mendizábal, la finca llega a las manos de los antepasados de Bruno Morey. En un principio, Ca l'Abat era una finca de 540.000 metros cuadrados, pero poco a poco se fue segregando. Ahora, tiene unos 200.000 metros cuadrados y en los terrenos vendidos hay construidos 5 chalés.

Ca l'Abat llegó a manos del canónigo doctoral por una herencia de su madrina. Y desde siempre ha querido que Ca l'Abat se conserve como una fundación cultural, abierta al arte y la literatura. «Es una finca emblemática en Mallorca y no quiero que se convierta en un hotel como otras tantas», dice Morey, colaborador de Ultima Hora . Pero parece que este objetivo se resiste.