El Congreso de los Diputados acoge desde ayer el debate de la ley
más importante del año: los Presupuestos Generales del Estado, que
no sólo definen las partidas económicas destinadas a uno u otro
sector, sino que además dibujan la filosofía de la actuación del
Gobierno para los próximos doce meses. Unos meses que, además,
vienen ya teñidos de color electoral. En su primer trámite, la
ardua defensa de su proyecto presupuestario llevada a cabo por el
ministro y vicepresidente Rodrigo Rato se ha ganado el apoyo de sus
socios nacionalistas: Convergència i Unió, el PNV y Coalición
Canaria. Las enmiendas presentadas por la oposición "socialistas,
Izquierda Unida y Grupo Mixto" se han quedado en el arcén.
Rato, a quien muchos ven ya como el sucesor natural de José
María Aznar cuando éste decida retirarse, ha realizado una
elocuente defensa de sus presupuestos, tildándolos de «solidarios y
sociales», epítetos mucho más propios de la izquierda tradicional
que del centro-derecha al que él representa. Pero quizá la clave de
su éxito estribe en que se aposenta sobre datos económicos muy
favorables que él quiere seguir mejorando: el empleo, los tipos de
interés, el déficit público, los precios... todo parece sonreírle
al artífice del buen momento por el que atraviesan los índices de
la economía nacional.
Los socialistas, claro, han puesto el grito en el cielo, pero de
momento tendrán que esperar a la confrontación electoral para
intentar ganar la batalla. En esta ocasión, se han quedado
fuera.
Y, por cierto, Balears ha recibido un varapalo en estos
Presupuestos: no contemplan ninguna partida destinada al proyecto
estrella del Pacte de Progrés de crear un fondo medioambiental para
las Islas. Quizá el año próximo.
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