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Entre las seis y las nueve de la mañana se producen la mayor parte de entradas y salidas de grandes embarcaciones en el Puerto de Palma. Son las «horas punta», y el momento de trabajo más intenso para los prácticos. Durante el verano, la media de entradas a puerto era de ventitrés o venticuatro barcos diarios que, después de descargar mercancías o pasaje, volvían a necesitar ayuda del práctico para salir. En invierno la media baja casi a la mitad, pero el trabajo es más difícil porque una buena parte se realiza de noche y las condiciones meteorológicas empeoran sensiblemente.

El práctico es el encargado de la ordenación del tráfico marítimo interior y la autoridad máxima a la hora de permitir las entradas y salidas del puerto. Además acompaña en el puente de mando al capitán de cada barco para dar las instrucciones oportunas a efectos de realizar las maniobras de atraque o desatraque en el lugar destinado para ello, sin que se produzca ningún percance o accidente, porque las consecuencias podrían ser gravísimas.

Es un espectáculo digno de la mejor película de acción el ver cómo el práctico aborda al buque de turno desde su lancha, en el mar, y sube personalmente para indicar al capitán cómo y por dónde ha de entrar al puerto. Cuando un barco llega a dos millas del puerto avisa por radio a los prácticos: «Prácticos Palma, Ciudad de Valencia a dos millas...»; «Oído, Ciudad de Valencia. Vamos a por ti...».

El puerto está abierto día y noche durante todo el año, y por eso los prácticos hacen turnos rotatorios de venticuatro horas, teniendo en cuenta que en los momentos de mayor tráfico son necesarios dos. Hoy estaba de guardia el jefe de los prácticos, Mariano Mas, práctico mayor del puerto de Palma, 'mayor' en edad y en experiencia, pues lleva más de venticinco años dedicado a la profesión.

De retén o refuerzo estaba Paco, que se marcha a las ocho y media, cuando el puerto está ya organizado. Mariano nos habla de los peligros del abordaje: «Cuando hay mala mar hay que estar alerta porque la lancha sube y baja, y el barco no... Subes y aquí el peligro es que te coja las piernas en medio... y te las parta. Hace dos años, en Valencia, la lancha le aplastó la cabeza a un práctico contra el casco... Caerse de la lancha y partirse la columna... a dos amigos míos, que conozco yo, les pasó. Paco mismo se cayó y tuvo suerte porque la lancha sólo le rozó... diez centímetros más y...».