Angel Alvarez, de 29 años de edad y en silla de ruedas debido a un
accidente de coche "que además de dejarle inválido le ha dejado sin
habla", con una paga no contributiva de 56.000 pesetas al mes por
invalidez, tiene problemas de desplazamiento por la zona donde
vive, Calas de Mallorca, a causa de las numerosas barreras
arquitéctónicas con que se encuentra sobre todo en zonas
relativamente modernas.
Dichas barreras, nos explica la madre, son las de siempre:
bordillos de aceras altos y pasos para minusválidos en aceras,
también altos, así como ocupación de aparcamientos para
minusválidos por otros vehículos que, además, estacionan en lugares
donde se supone que pueden transitar minusválidos.
"Y los desniveles que hay en algunas de las aceras "dice la
madre" están porque yo los he pedido, que si no, ni eso.
Bueno, ni eso, ni otras cosas. Por ejemplo, la larguísima acera que
hay frente al centro comercial, y que arranca casi desde en frente
del Centre Civic, tan sólo tiene dos accesos para minisválidos en
uno de los extremos; en el otro, ninguno. ¿Por qué nos importan tan
poco los minusválidos?
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