Gabriel Aysa Rodríguez es ciego. Para poder desplazarse, lleva consigo un perro lazarillo dócil y muy bien educado, capaz de comportarse incluso mejor que muchos racionales.
Desde el año 1983, un decreto regula el uso del perro lazarillo por parte de los ciegos, decreto que, según publica en su momento el BOCAIB, en la Comunitat Balear entra en vigor a través de la ley 5-99.
Así pues, de acuerdo con la normativa vigente, Gabriel, y el resto de ciegos españoles, pueden ir con su perro lazarillo a cualquier lugar, aunque no en todos los sitios les permiten la entrada. Por ejemplo: Días atrás, Gabriel, en compañía de unos amigos y naturalmente del perro, fueron a almorzar a un restaurante, cosa que en otras ocasiones habían hecho sin problemas. Mas al entrar esta vez en el restaurante elegido "uno de la Ciudad Jardín", le impidieron el paso por ir con el perro.
Con buenas palabras, Gabriel intentó hacer comprender a los camareros que a él le amparaba la Ley, «por lo que puedo ir con el perro a todas partes», les dijo, a la vez que los tranquilizaba advirtiendo que el perro, «además de adiestrado, está vacunado, desparasitado y pasa las correspondientes revisiones sanitarias, como da fe la cartilla que de él siempre llevo encima. También les comuniqué que voy a todas partes con la documentación del seguro a terceros por si el perro causa algún accidente, cosa poco probable dado el buen adiestramiento al que ha sido sometido el can».
Mas todo fue en vano. Los del restaurante, con no muy buenos modos, conminaron a Gabriel a que se fuera, y éste, a fin de evitar que la discusión pasara a mayores, «y aparte de que hay otros restaurantes», se fue. Y para que no haya la menor duda de que es así, nos muestra las correspondientes denuncias.
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