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Lo primero que llama la atención al llegar a ses Sitjoles (Campos) es el orden y la limpieza, algo que siempre ha desechado el drogadicto en pleno apogeo. Sin embargo, ahí reina por doquier. Bueno, reina eso y muchas más cosas.

A ses Sitjoles, dirigido por un equipo multidisciplinar formado por médicos, psicólogos, asistentes sociales, etc., llegamos con Tomeu Català, director de Projecte Home. La actividad en la comunidad era total. Allí no hay nadie que esté sin hacer nada en ningún momento. Ya sea en reuniones de grupos de terapia, ya sea en unidades de trabajo, todo el mundo está ocupado.

Mas llegar hasta ahí no es fácil. Nos referimos al residente. Antes se tiene que haber superado la primera fase, o acogida, que es fundamental. Imprescindible. Porque para comenzar a caminar por unos senderos que nada tienen que ver con los andados hasta la fecha, hay que empezar por reconocer quién es uno y por qué se halla en tan avanzado estado de autodestrucción. Y ses Sitjoles significa entrar en el período de consolidación, aunque no por ello no deja de ser pisar un terreno frágil, pues más de uno, aunque de tarde en tarde afortunadamente, abandona el proyecto. Casualmente, el día en que estuvimos allí, una chica había arrojado la toalla, lo cual para la mayoría, sobre todo para sus más allegados en la comunidad, supuso dolor, aunque, por otra parte, la huida de la compañera les fortaleció: «Si ella se ha ido, yo me quedo, puede que con más ganas de las que tenía hasta ahora», nos dijo Sixto, uno de los internos, con un historial de drogadicto que pone la piel de gallina.

Antes que nada hemos hablado un rato con Tomeu Català y Toni Parets, que han tratado de situarnos en lo que es el programa del Projecte Home. Y tras escucharlos, hemos llegado a la conclusión de que es fundamental para los internos que comiencen a saber ordenarse, a autoestimarse y a valorar sus sentimientos partiendo de un principio fundamental, aplicado tanto a ellos como a sus familias: fuera historias del pasado y a vivir del presente, además de una disciplina severa, a base de reglas, algunas indispensables y fundamentales, como no consumir droga en el centro ni introducirla, rechazo de cualquier hecho o actitud violenta y no mantener relaciones sexuales en el centro. También es muy importante, además de lo dicho, que se trata "y se consigue" a base de reuniones en las que se pretende que cada cual se zambulla en tiempos pasados y, ante las preguntas que le hacen los demás, reconozca los hechos cometidos y analice las causas que le llevaron a realizarlos, el encuentro con la familia, a veces muy duro, porque cada parte suele descubrir cosas de la otra que ignoraba, algunas inconfesables.