El obispo de Mallorca participó ayer, por primera vez, en la Salve
de la Mare de Déu de la Salut que se celebró en la iglesia de Sant
Miquel, con motivo de la celebración del Festa de l'Estendard. Poco
más tarde, fue el propio Teodor Úbeda el encargado de pronunciar el
pregón de la fiesta en la Plaça d'Espanya.
Como cada 30 de diciembre, Ciutat rindió homenaje ayer a la
figura del rei en Jaume I el Conqueridor en la Plaça d'Espanya.
Tras el acto religioso en la iglesia de Sant Miquel de Palma, la
Corporación municipal se encaminó en comitiva y precedidos por los
tamborers de la Sala, hacia la plaza, donde esperaban cerca de un
millar de personas.
Ya junto a la estatua del Rei, en su pregón titulado «Crida a la
festa i al compromís pel nostre poble», Teodor Úbeda resaltó la
gran importancia y significación de la fecha que se conmemora y del
l'Estendard, como «símbolo del pueblo mallorquín que nace en
aquella circunstancia histórica».
Reconoció sentirse mallorquín, pese a sus orígenes levantinos, y
como tal se sumió en la «memoria contemplativa de mis 27 años como
ciudadano de Palma». Tiempo a lo largo del cual, reconoció, «no
todo ha sido de color de rosas en nuestra ciudad». A partir de ahí,
no ahorró críticas a los aspectos «negativos y dolorosos» de los
que ha sido testigo.
«Tengo presentes y me duelen "dijo" las negligencias en el
mantenimiento de nuestro patrimonio cultural, arquitectónico y
artístico y, más aún, los atentados contra éste, en el crecimiento
espectacular de nuestra ciudad y de la industria turística de toda
Mallorca. Y lamento lo que se habría podido hacer con una voluntad
mantenida y participada por todos, de perseguir más el interés
público y común que los intereses particulares».
Pero, sobre todo, pregonó que «recuerdo, vivo y me duelen las
condiciones de vida de una parte importante de nuestros
conciudadanos (...) En el corazón de nuestra sociedad del
bienestar, sufrimos la lacra de la marginación, la pobreza extrema
de muchos».
Ante esta cruel realidad, advirtió que «las redes de atención no
son ni suficientes ni adecuadas, pese a los esfuerzos de la
administración y de la iniciativa privada». Tampoco desdeñó la
autocrítica y confesó no estar contento con la Iglesia mallorquina
de hoy ni con su labor como obispo.
Ante este panorama, aconsejó recuperar los valores que atribuye
al Rei en Jaume, «valores no sólo permanentes, sino de particular
necesidad en el momento presente que vivimos», y que son «la
vocación de apertura y de convivencia con otros pueblos, la
organización política estable, al fe cristiana y la lengua
catalana». Para acabar, abogó por valorar y promover nuestra lengua
catalana y nuestra cultura.
Nada más finalizar la lectura del pregón, en lo que invirtió 35
minutos, se dio paso a la ofrenda floral que más de un centenar de
asociaciones ciudadanas, vecinales, agrupaciones y partidos
políticos realizaron ante la estatua del rei en Jaume. Un año más
se hizo notar la presencia de un grupo independentista.
La interpretación de «La Balanguera» señaló el momento de la
marcha de la comitiva oficial y, con ella, el comienzo la Revetla
popular de la Conquesta.
Entre las personalidades asistentes al acto destacó la presencia
histórica del presidente del Govern, Francesc Antich, pues es la
primera vez que un presidente de la Comunitat participa en este
acto. También acudieron conselleres del Ejecutivo y del Consell. En
cambio no estuvo, como el año pasado, María Antonia Munar,
presidenta del CIM.
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