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Publicista y maquilladora de cadáveres en ratos libres
Han visto «Muérete, bonita», película que se proyecta en la sala Rívoli de Palma, en la que la protagonista, aspirante a Miss América, se gana la vida, entre concurso y concurso, como maquilladora de cadáveres? Les recomiendo que la vean.

En Palma, y posiblemente en Mallorca, sólo hay una mujer que se dedique a maquillar cadáveres, y no todos, sino algunos de los que se tienen que embalsamar para trasladar.

Es extranjera, muy bella, casi tanto, o posiblemente más, que la protagonista del filme, aunque, a diferencia de aquélla, no aspira a ningún título de belleza sino que trabaja como publicista "vende anuncios" en una conocida empresa con sede en Palma, y a primeras horas de la mañana y mediodía, si la llaman, maquilla cadáveres.

ANONIMATO
Por cuestiones particulares, dice que prefiere quedar en el anonimato. Quedamos citados a las dos de la tarde en el cementerio de Palma, a donde llega puntualmente, portando el maletín que contiene los útiles y cremas de maquillaje. Con la otra mano sostiene un bocadillo. A poco de tomar asiento, la llaman desde el depósito. «Hay uno "me dice". Si te apetece, ven conmigo».

Está desnudo, tumbado sobre el mármol blanco. Un largo corte zurcido toscamente recorre su cuerpo desde el cuello hasta el pubis.
La joven, que ha envuelto los restos del bocadillo en un papel que guarda en un pequeño armario empotrado en la pared, mete sus manos en sendos guantes de goma claros y con gran habilidad pasa la esponjilla sobre el rostro del cadáver, en el que descubro hematomas y algún que otro vidrio incrustado.

En lo que realiza el trabajo, cuenta cómo lo aprendió. «Estoy diplomada en maquillaje... de vivos. Maquillarles a ellos lo he aprendido por necesidad, sobre mi experiencia de maquilladora. Utilizo según qué cosas, digamos que para un maquillaje normal, y según qué cremas y maquillajes son especiales para ellos. ¿Que qué noto...? Los noto fríos. Al principio me daba cierto repelús, pero me he ido acostumbrando, y hoy veo esto como un trabajo normal.

Trabaja para un forense en concreto, el cual "dice" le ha enseñado mucho. «También he aprendido de cirujanos estéticos, sobre todo en lo que respecta a coser. A veces tengo que coser una boca que se ha quedado abierta, o un jirón de piel en la cara.