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Presentar oficialmente el Consell de Joventut de les Illes Balears a la presidenta del Consell Insular de Mallorca, Maria Antònia Munar, es el objetivo de la reunión que ayer mantuvieron miembros de la comisión permanente de este órgano, que agrupa a 37 asociaciones juveniles de las Islas.

Bartomeu Soler, presidente, Eduard Vila, tesorero, y Kika Coll, vocal por Mallorca del Consell de la Joventut de les Illes Balears, dieron a conocer a la presidenta del CIM los proyectos y convenios que tienen suscritos con esta y otras instituciones.

«Tenemos un convenio en marcha para fomentar el asociacionismo en la Part Forana, firmado con el CIM en junio y que expira a finales de marzo, cuya prórroga tendremos que negociar, y otro para la prevención del sida que esperamos firmar con el Consell Insular de Mallorca y la Direcció General de Joventut del Govern, de los cuales le hemos informado a Munar», declaró el responsable del Consell de la Joventut. Soler explicó que durante este año el Consell de la Joventut seguirá trabajando en temas de asociacionismo, información sobre ocupación, sensibilización sobre la prevención del sida y en proyectos de ambientalización de entidades.

Preguntados sobre si el Consell de la Joventut recibe suficiente apoyo de las instituciones, sus representantes fueron claros al afirmar que «sólo cuentan con nosotros para la foto, pero nada más», dijo Eduard Vila, «y eso que votamos», añadió Kika Coll. «Creemos que a los jóvenes no se nos escucha lo suficiente. Por ejemplo, nunca se nos ha tenido en cuenta desde la Conselleria de Treball para los planes de empleo o para temas de voluntariado, aunque a las instituciones les cuesta reconocerlo», apuntó Soler.

Para el presidente del Consell de la Joventut, las instituciones deberían ayudar al fortalecimiento de las entidades, a conseguir local de alquiler, tener recursos humanos, etc., «pero hay una falta de comunicación», expuso.

En opinión del tesorero del Consell de la Joventut, Eduard Vila, las asociaciones juveniles y el propio Consell de la Joventut se sientes como una «pelota de tenis» en el trato con las instituciones, «en el sentido de que, a veces, una les remite a otra y ésta a una nueva y así sucesivamente».