El escritor y doctor en Antropología Alejandro Miquel Novojra
aseguró ayer, en la presentación de su libro «El campo en la
cabeza», que «los baleares no mantienen actitudes xenófobas ni
racistas contra los alemanes, sino una reacción de miedo y de
horror ante la posible pérdida de identidad». A su juicio, en el
archipiélago balear se ha producido un cambio significativo que
ahora empieza a vislumbrarse, por cuanto, según dijo, el extranjero
ha dirigido su interés por la costa hacia al mundo interior,
mediante la compra masiva de viviendas rurales para uso
residencial.
«Durante mucho tiempo Balears ha vivido de espaldas al mar. Los
terrenos y casas situadas en la costa no tenían ningún valor ni
identidad propia, ya que esta pervivía y se conservaba en el
interior. Y cuando el turismo ha penetrado en estas zonas, ha
entrado dentro de la médula espinal isleña», declaró Alejandro
Miquel.
«La balearización -indica en su publicación- ha despertado en el
archipiélago, una conciencia proteccionista que ha llegado a
constituir un movimiento social desconocido en otros tiempos y con
respecto a otras causas, tanto por lo que respecta a la pluralidad
de su composición como a la unanimidad de las exigencias». Para el
escritor, la defensa del territorio, el rechazo y la exigencia de
planificación se plantean de diferentes formas en las Islas, y, en
este sentido, explicó que mientras que, en Mallorca y en las
Pitiusas las reacciones se dirigen a «paliar los efectos producidos
y a impedir su continuación desorbitada, en Menorca se busca
directamente evitar su implantación».
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