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Galletas Quely y aceite de oliva en la maleta, brújula en mano y un sentimiento de curiosidad en el corazón. Equipaje ligero pero pesado al mismo tiempo para zambullirse de lleno en la aventura de descubrir los misterios del mundo oriental.

En las últimas semanas, la India se ha convertido en sinónimo de peligro, debido al asesinato de dos valencianos a mano de un grupo de vándalos. Pero este país encierra encantos desconocidos para nuestra sociedad. P. Ripoll y P. Juan son dos mallorquines inquietos y aventureros que han compartido con Ultima Hora la magia de esas tierras.

Caminos que desaparecen, puentes que se derrumban, ríos que crecen, tigres expectantes, rinocerontes a dos metros y aguas plagadas de cocodrilos son algunos de los componentes de aventura a los que todo explorador está obligado a enfrentarse. Pero, sin lugar a dudas, merece la pena. El paisaje oriental te recompensa con la mezcla de exotismo y espiritualidad. Tonalidades de verdes y marrones que se funden provocando un ligero shock en las retinas, poco acostumbradas a paisajes idílicos.

Un consejo. Ajo crudo para el mal de altura. Son muchas las personas que, ilusionadas por conocer el nuevo mundo, se ven afectadas por un grave malestar debido a la altitud de los parajes. Problemas de oxígeno que se resuelven con un período de aclimatación.

Dos sociedades bien diferenciadas: la china y la tibetana. La primera se encuentra bastante occidentalizada; su manera de vestir y su comportamiento son copias burdas de los países desarrollados. En cambio, los tibetanos conservan como oro en paño sus tradiciones, y su magnetismo permanece intacto desde hace siglos. Estas diferencias acentúan la rivalidad entre ellos. El tibetano está dolido con el chino, y esto provoca el crudo enfrentamiento, que se enmarca en el distanciamiento.