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Cerramos el año 2000, un periodo que ha venido marcado en Mallorca por la escasez de agua, tal y como refleja el suplemento especial en el que resumimos la actualidad de los últimos doce meses. La sequía fue el origen del conflicto desatado entre el Ministerio de Medio Ambiente, en manos del mallorquín Jaume Matas, y el Govern de les Illes Balears. Las tensiones también alcanzaron a otros sectores como el del transporte y la pesca, que se movilizaron por la subida del gasóleo; la hostelería, enfrentada al Govern por la ecotasa; y la agricultura, que llevó a cabo una «tractorada» que se saldó con la dimisión del conseller Mayol. Restablecida la paz agrícola, la enfermedad de la «llengua blava» de las ovejas se sumó a los ya males endémicos del sector agrario mallorquín.

Tampoco han faltado las crisis en el seno del Ejecutivo autonómico, como la protagonizada por la consellera verde, Margalida Rosselló, y algunas discrepancias entre UM y el PSM y EU. Pese a todo, el Pacte parece acabar el año superando los conflictos abiertos. Queda, no obstante, la sensación de que se podría haber avanzado más. Se han presentado muchos proyectos, pero ha habido escasas realizaciones. La gran novedad ha sido el impulso a los Consells, con una ley recurrida ante el Tribunal Constitucional.

Ha sido, qué duda cabe, un año intenso, económicamente bueno y políticamente crispado, con cuestiones de máximo interés sobre las que ha incidido de forma muy significativa el permanente enfrentamiento entre el PP y el Pacte. Un enfrentamiento que a ojos de muchos ciudadanos ha dificultado la solución de los graves problemas de esta isla.

Finaliza también el siglo. La Mallorca de hoy en poco se parece a la de hace cien años. Bueno será que avancemos en el camino del progreso del siglo XXI, pero sin perder nuestras raíces y nuestra identidad como pueblo, preservando un medio natural duramente agredido a lo largo del siglo que mañana se cierra.