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Las estadísticas, que vistas fríamente no nos dicen gran cosa, suelen esconder realidades profundas que sí deberían interesarnos. Ahora acaba de conocerse, por ejemplo, el índice de dependencia de Balears, que representa la cantidad de personas que viven en nuestra Comunitat sin integrar la cadena productiva, es decir, aquellas que dependen de otros para subsistir. Se trata, desde luego, de un dato importante que nos indica hacia dónde se dirige nuestra sociedad, en cuanto a población y recursos. Las cifras hablan de un 45 por ciento de nivel de dependencia, o sea, que casi la mitad de nuestra población no produce riqueza, y en este sector hay que contar a los niños "que aún no se encuentran en edad de trabajar", a los impedidos y a los jubilados.

A primera vista impresiona un poco saber que por cada trabajador hay una persona inactiva, pero la sociedad industrializada moderna tiende a eso, a envejecer. Y en el conjunto de España no estamos mal situados, pues la media es del 46 por ciento.

Quizá sea éste un dato que borrará de un plumazo las pegas que puedan tener quienes consideran que la inmigración está de sobra. En un mundo como el nuestro, precisamos, y cada día lo haremos más, la fuerza de trabajo de esos jóvenes que vienen de otros países para producir riqueza en nuestra Comunitat.

No en vano tenemos localidades en las que la población mayor de 65 años alcanza el 65 por ciento, una barbaridad, si tenemos en cuenta que Balears es una de las regiones donde más niños nacen y el índice de jóvenes de 0 a 14 años es de los más altos del país. Son estadísticas que dan que pensar y que demuestran que, a la postre, los flujos migratorios se regulan por sí mismos y se instalan jóvenes trabajadores allí donde van haciendo falta.