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Entre los días 11 y 12 de enero de 1976 las tropas españolas abandonaban el puerto de Villa Cisneros, en el sur del Sáhara, mientras se arriaban las últimas banderas. El 28 de febrero de 1976, España cedía a Marruecos su protectorado, rico en fosfatos y pesca. Ahora se cumplen 25 años de la pérdida de la última colonia española. Muchos fueron los militares y civiles mallorquines que estuvieron allí, presenciando acontecimientos tan importantes como la Marcha Verde (6-15 de noviembre de 1975) o las primeras acciones armadas del Frente Polisario.

El capitán de artificieros Bernat Vidal, natural de Llucmajor y ya fallecido, estuvo en el Sáhara desde 1959 hasta 1962 en las Tropas Nómadas, donde trabó una intensa amistad con soldados de origen sahariano (cada grupo de acción solamente tenía un soldado español). Su viuda, Angela Thomas, perteneciente a la Associació d'Amics del Poble Saharaui y muy comprometida con la causa de la autodeterminación de este pueblo, recuerda cómo «mi marido, que fue detenido por pertenecer a la Unión Militar Democrática, fue reenviado en el año 74 "como castigo" al desierto. Yo le acompañé, ejerciendo de funcionaria en la administración. Fue el encargado de minar la frontera con Marruecos, donde se colocaron unas 22.000 bombas y ayudó activamente al Polisario aportando mapas topográficos del territorio y manuales de minas de gran utilidad. Quería mucho a los saharauis, ya que le salvaron la vida en una ocasión».

Manuel Serra, coronel de Infantería en la reserva, ejerció como capitán de la Unidad de Helicópteros número 2 en el Sáhara. «Creo que fui el primero que vi la Marcha Verde, el 6 de noviembre del 76. Ese día realizamos la inspeccion diaria de la frontera, y allí divisamos el primer movimiento de marroquíes entrando en territorio español. Mucha gente habla de la Marcha, pero para mi fue un acontecimiento más. Hay muchas más experiencias que recuerdo con más intensidad, como una misión 'humanitaria' que realizamos para asistir a una zona realmente muy necesitada». Serra asegura que «el trabajo que hacíamos era muy pesado, desde el helicópero lanzábamos grandes bengalas que permitían la visibilidad, por la noche, a los aviones. Creo que como militar hice un buen trabajo, aunque como español me sentí decepcionado por cómo se cedió el territorio».