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Tiempo atrás se producían en Mallorca, básicamente, tres clases de pimientos. El tap de curti se usaba para producir pebre bord dolç, elemento indispensable en los ingredientes de la sobrasada. El oriola es el producto autóctono mallorquín que presenta una tonalidad verde claro y también se emplea en la gastronomía mallorquina entre otras cosas para condimentar el trempó, las sopas mallorquinas y como acompañamiento en sopas, arroces y paellas.

La tercera de las variedades se recolectaba en menor cantidad. Se trata del pimiento de cirereta, que picaba como el diablo y se producían en verde y rojo. Molido produce el pebre bord coent, condimento indispensable para la conservación de la sobrasada. También se usa en los envinagrados y en la preparación de las olives trencades. El tap de curi se molía en diferentes fábricas situadas en el Pla de Mallorca, la zona de Pòrtol y Sa Cabaneta, entre otras y se secaban en muchas fachadas de nuestro entorno. Poco a poco, el cultivo de ese producto se ha convertido en testimonial, después que durante una época se llevara a moler a Murcia, aunque los altos costes del transporte hizo que se inclinara la balanza hacia los productos peninsulares.

El oriola se sigue produciendo en nuestras tierras pero también se trae de Almería y otros lugares donde los mallorquines han enviado las semillas. El uso que se sigue haciendo es básicamente el mismo. Cuando empezó el boom turístico, los mallorquines fueron abandonando paulatinamente los cultivos y se inició la importación de productos de primera necesidad como los pimientos. La variedad italiana, muy parecida a la forma al oriola pero con un color más intenso y un sabor diferente hizo su aparición debido a su bajo coste.

El que suscribe descubrió un restaurante en Can Pastilla que cocina unas paellas magníficas... que en una ocasión se sirvieron con lonchas de pimiento italiano en lugar del oriola, cosa que me provocó un disgusto. La cosa no pasó a mayores hasta que a la semana siguiente la paella fue en Pollença y otra vez el arroz se acompañó de pimiento italiano. Aquí la cosa ya tomaba tintes dramáticos puesto que el restaurante era un celler mallorquí.