No tuvieron suerte los más pequeños en este Carnaval. Amaneció nublado y, pese a que la fiesta se pudo iniciar, una fuerte lluvia obligó a suspender sa Rueta. Los padres, protegiendo a sus hijos, huyeron en desbandada a buscar refugio. ¡Mala suerte, sí! Esperar un año para esto.
Sin embargo, la meteorología fue bastante generosa en la tarde de ayer, concediendo a los palmesanos la posibilidad de disfrutar de la tradicional Rua. Después de un sábado marcado por un intenso temporal y de una mañana de domingo considerablemente lluviosa, las nubes dejaron paso a un sol algo resacoso, que no apaciguó las bajas temperaturas. Gracias a este espectacular cambio meteorológico, la historia vivida el sábado, con la anulación de casi todos los desfiles de carnaval, no se repitió. Ayer las ilusiones carnavalescas de muchas personas se convirtieron en una realidad.
A pesar de ello, en comparación con ediciones anteriores, fueron pocas las personas que se acercaron para contemplar el desfile. Quizás las bajas temperaturas o el temor a que el mal tiempo volviese a hacer estragos, provocó que la gente desconfiara y decidiera no acercarse a la Rua. Hacia las 16.30 horas, varios centenares de personas comenzaban a concentrarse en las inmediaciones de Jaume III, expectantes ante el inminente comienzo de la Rua. Media hora más tarde, las 42 comparsas y las 25 carrozas participantes fueron apareciendo con su habitual ambiente carnavalesco.
La tradicional tirada de confeti y caramelos, acompañada de canciones como «La Bomba», «Carnaval, carnaval» o el «Follow the leader» reflejaron la cara más típica del Carnaval. La ley de extranjería y la muerte de la peseta fueron algunos de los temas actuales elegidos para componer originales comparsas. Los clásicos de la mano de Cervantes y su Don Quijote también tuvieron cabida en este mundo mágico, lleno de colorido y fantasía.
Los dos vencedores de la tarde fueron la carroza de «Gelat i Gató» y la comparsa «Bombetes de gelat», que recibirán un premio de 200.000 pesetas respectivamente. En total se repartieron diez premios, que iban de las 25.000 a las 200.000 pesetas. Había dos categorías: la de carroza y la de comparsa. La primera debía presentar un coche de ceremonia de cuatro ruedas o más, decorado con personajes adornados.
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