El primero de los diez vuelos que ayer llegaron a Palma procedentes
del Reino Unido ya había aterrizado. Media docena de personas
mayores que necesitaron de un vehículo especial para su
desplazamiento a la terminal se disponían a entrar. Entonces, el
inspector de la Conselleria d'Agricultura, que había llegado media
hora antes, dio la voz de alarma.
La moqueta roja que se había flitado con un antibacteriano no
bastaba. No estaba lo suficientemente mojada. Como medida de
urgencia, mientras los primeros turistas esperaban en la puerta de
entrada y llegaba el otro autobús con el resto del pasaje, se
decidió empapar el inicio de la larga moqueta. Para el siguiente
vuelo ya se instalaron unas cubetas con líquido antibacteriano
suficiente donde cada pasajero procedente del Reino Unido "unos
2.000 en todo el día que llegaron en diez vuelos" introducía sus
pies.
Pasada esta medida preventiva se dispusieron a recorrer un
pasillo al final del cual les esperaban una decena de guardias
civiles ataviados con guantes blancos detrás de unas mesas. La
imagen no tenía desperdicio, parecían dos batallones a punto de
entrar en guerra, cuando uno de los guardias civiles preguntó a sus
compañeros si alguien hablaba inglés para dirigirse a los pasajeros
y explicarles lo que debían hacer. Ninguno hablaba inglés, pero al
menos cuando el avión aterrizó se había informado al pasaje de que
tendrían que pasar unos controles debido a la fiebre aftosa. Junto
a los guardias civiles se habían habilitado además unos
contenedores, de recogida de papel, en los que se leía, en
castellano e inglés, «deposite los productos perecederos».
Momentos antes de que llegaran los pasajeros, los guardias
civiles aún discutían el Real Decreto de medidas cautelares para
evitar el riesgo de entrada de la fiebre aftosa aprobado el viernes
por el Consejo de Ministros y que ayer mismo se publicó en el BOE y
entró en vigor: ¿Qué pasa con el agua?, ¿y con la leche?, ¿y con
los potitos de carne?, ¿y con las patatillas?, ¿y con las verduras?
El inspector de la conselleria les iba dando respuesta aunque en el
control finalmente se actuó sin un criterio muy definido al menos
en lo que se pudo observar hasta que los periodistas fueron
desalojados.
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