La denuncia ya ha sido aceptada a trámite por el juez del Juzgado
de Instrucción número 7 de Palma, que ya ha pedido a Son Dureta que
entregue el historial médico del paciente. Leslie Page, de 54 años,
ingresó en Son Dureta el día 22 de diciembre pasado con un fuerte
dolor en la espalda, que ya padecía el día anterior.
Según se refleja en la denuncia que ha presentado su esposa,
Diane Clare Franklin, el enfermo ingresó por el área de urgencias
del hospital. Tras realizarle dos ecografías, tres horas después
del ingreso (a las cinco de la tarde), según la esposa, el médico
le dijo que creía que su marido había sufrido un espasmo muscular
que había pinchado el nervio ciático. El enfermo fue medicado
mediante un suero, aunque el médico anunció que la medicación no
haría efecto hasta transcurridas unas tres horas. Según Diane,
transcurrido este tiempo el dolor no remitió, sino que incluso fue
a más. Su marido estaba tumbado en una cama en mitad del pasillo de
urgencias. La mujer afirma que les insistió a los médicos que
suministrarán un calmante a su marido, pero que no le hicieron
caso.
A las diez de la noche la mujer tuvo que marcharse del hospital,
pese a que su deseo era quedarse toda la noche junto al enfermo,
que no hablaba castellano. A la mañana siguiente, a primera hora,
Diane volvió al hospital y se asustó al ver el estado en el que se
encontraba su esposo, que seguía en urgencias. El familiar se
asustó al ver el estado del enfermo y gritó para que los médicos le
atendieran. La denunciante asegura que unos 45 minutos más tarde su
marido fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos. Según
refleja la denuncia, a las 11 de la mañana del día 23 el médico de
la UCI le comunicó a la esposa que Leslie Page se encontraba muy
mal, y «me aseguró que si le hubieran trasladado antes al hospital
no estaría tan grave.
El médico no sabía que mi marido había estado abandonado toda la
noche junto a un pasillo de urgencias de Son Dureta». Esa misma
tarde el facultativo le comunicó a la familia que el enfermo se
estaba muriendo, posiblemente por una lesión en el riñón, y que la
única oportunidad que le quedaba era operarle, aunque se advirtió
del peligro que existía de que el paciente podría morir en el
quirófano. Las sospechas se cumplieron y el residente británico
murió en la mesa de operaciones. Aunque no hay ningún examen
patológico que lo demuestre, los médicos le dijeron a la viuda que
posiblemente murió por un tumor que le habían detectado en el
riñón.
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