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Tienen ya casi 100.000 propiedades
En el turno de salutaciones en el inicio del congreso de asesores fiscales alemanes que, por espacio de unos días, se está celebrando en el Pueblo Español de Palma, el cónsul general de Alemania en Balears, Christian Peter Hauke, que seguramente a esas horas desconocería que los cacos habían entrado en la víspera en la casa de su compatriota, Claudia Schiffer, habitada en estos días por sus padres, comentó que ahora mismo en Mallorca hay 90.000 propiedades germanas; que viven en la Isla 70.000 alemanes; y que al año la visitan 4.000.000 de compatriotas. Por eso no debe extrañar a nadie que cual moscas que acuden al panal de rica miel, asesores fiscales germanos, hombres de confianza de sus clientes, acudan donde éstos están realizando inversiones. El cónsul general de Alemania recomendó a sus compatriotas que si podían recorrieran la ciudad de Palma y algunos puntos de Mallorca, y así entenderían por qué los alemanes se vienen a la Isla de vacaciones o buscando una segunda residencia.

El alcalde, a Vitoria
Joan Fageda asistió ayer por la mañana al Pueblo Español, donde tenía lugar el congreso de asesores fiscales alemanes, a quienes dio la bienvenida. En un aparte le preguntamos por su viaje de hoy, a Vitoria. «Voy, en compañía de otros alcaldes, como la alcaldesa de Valencia y el de Zaragoza, a respaldar la candidatura a lehendakari de Jaime Mayor Oreja, puesto que él así nos lo ha pedido. No voy a dar ningún mitin, sino a apoyarle, y, como yo, los demás. Presentarse a cualquier cargo público en el País Vasco "señaló" es cosa de valientes».

Bienvenido, Guillermo
Porque sin haberse ido nunca, es como si acabara de regresar. Me refiero al empresario Guillermo Oliver, presidente del Grupo Oliver, quien por mor de una inesperada depresión se ha pasado un montón de meses sin querer saber nada de este mundo ni de quienes viven en él, salvo de sus seres más allegados. «Jamás pude imaginar que una cosa como ésa, una depresión, hubiera podido tumbarme. Lo he pasado mal, tanto que he estado 40 días en la cama sin querer ver a nadie. Y salir de ese estado sólo depende de ti, eh, de nadie más, porque ni siquiera el psiquiatra te cura. Has de ser tú». Muy relajado, enciende el segundo pitillo del día. «No fumo más de cuatro», matiza. Luego sonríe: «Ahora comienzo a ver el fin de este túnel. Cuando me levanté de la cama, no me tenía en pie. El primer día que pude, caminé 20 pasos; el segundo, 30; ahora puedo andar sin cansarme. Pero he de ir sin prisas. También he aprendido a valorar las cosas sin importancia».