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El silencio y la participación popular fueron ayer las dos notas destacadas en el Vía Crucis que se celebró anoche por las calles de Inca. Más de mil personas siguieron el crucifijo a lo largo de todo el recorrido. A pesar de la importante asistencia eran muchos los que recordaban que años atrás los penitentes de la procesión superaban en mucho el millar.

El recorrido del Vía Crucis de Inca comenzó como es costumbre en la iglesia de Santa Maria la Major pasadas las nueve de la noche. Allí se representa cada año la primera de las ocho estaciones, la condena de Jesús a muerte. Desde allí la procesión se desplazó a San Francisco, Cristo Rey, Santo Domingo, La Salle, el convento de ses Monges Tancades y La Pureza, completando así el recorrido por todos los remplos de la ciudad. El Via Crucis concluyó con el regreso a Santa Maria la Major para ver la resurrección de Jesús.

Las diferentes iglesias y capillas se vistieron de gala para la ocasión. La responsabilidad de predicar recayó en esta ocasión en Rafel Mas Tous, vicario de la parroquia de San Alonso de Palma. El silencio y el recogimiento presidió una espectacular procesión en la que todas las cofradías de Inca se fueron turnando para llevar la cruz, tal y como marca la tradición del Martes Santo.