La fecha del Miércoles Santo raramente pasa por alto a los fieles devotos de la imagen más venerada por los mallorquines. Ayer, siguiendo la ancestral costumbre, fue bajado el Cristo de la Sang de su camarín y depositado junto al presbiterio para poder ser venerado durante todo el día. Por la mañana se celebraron muy temprano dos misas, que fueron más concurridas de lo normal, según señaló el prior, Antoni Gili. Éste explicó que «la tradición de bajar la imagen es anterior al año 1743. Este mismo año el sobreposat Gabriel Ferrer dejó un legado para potenciar esta piadosa ceremonia. Desde entonces se ha ido perpetuando y ha ido en aumento».
A las diez el prior presidió la misa, asistido por los sacerdotes Francisco Cobo, Francisco Betti, Juan Torrens y Pere Oliver. Este año, después de varios lustros de no contar con la presencia de autoridades locales en esta ceremonia, asistió el alcalde de Palma, Joan Fageda, que ocupó un lugar destacado en el templo acompañado de los miembros de la Asociación de Cofradías. El prior Antoni Gili hizo gala de nuevo de sus conocimientos como investigador e historiador, desgranando muchos aconteceres relativos a la Santa Imagen, además de incidir en la fe personal y que la aproximación a la imagen derive en aproximación espiritual.
Acabada la misa se rezó el Vía Crucis. Llegada la onceava estación, los sacerdotes se dirigieron hacia el camarín y desde allí los sobreposats bajaron a hombros la imagen. Desde allí, formaron una cruz en el templo acabando junto a la primera grada del presbiterio, donde quedó de forma yacente para ser venerada. Después del canto del credo pasaron los sacerdotes, el alcalde de Palma, y una gran multitud de fieles. Durante todo el día fueron incesantes las visitas y en algunas horas se registraron largas colas.
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