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Bajo las farolas de la Concha
Regresamos sin novedad desde Euskadi tras dos jornadas maratonianas de mítines del PP, a las que asistieron veinte peperos de Mallorca, más otros cinco, entre diputados y senadores, con destino en Madrid: Eduard Gamero, Pepe Seguí, Enrique Fajarnés, José María Ruiz, Antonia Febrer y Francisca Pol. De la expedición tan sólo había uno sin sueldo, el pescadero Francisco Bauzá Giménez, quien recomendó a la candidata María San Gil que si quería saborear buen pescado, que se lo comentara. «Es más, si después de las elecciones os venís a Mallorca, pues he oído que José María Rodríguez os invitaba, avisadme, que os prepararé una cena de pescado que no olvidaréis jamás». Tras el primer mitin, digerimos la cena caminando por la Concha, uno de los lugares más hermosos de este país. Sin embargo, al igual que en las calles de Palma, observamos que también sobre los baldosines del paseo había cagarrufas de perros, algunas blandas, señal de que sus dueños los habían sacado a pasear no haría mucho. María Crespo tomó nota. «También aquí "dijo", el Ayuntamiento ha montado una escuela para educar a los perros...», «... pero pagando por ello los dueños», matizó el asesor Paco Ruiz. Pues que conste. Como también que conste que paseando por ese bello lugar de Donosti, tres chicas que se cruzaron en nuestro camino se quedaron mirando a Joan Fageda. «¡Anda "dijo una", pero si es el alcalde de Palma!». Fageda, muy cortésmente, las saludó. Y... veamos: ¿Qué hubieran hecho ustedes en mi lugar? ¿Cómo habrían reaccionado en el caso de haber sido testigos del encuentro de José María Rodríguez con las hermosas farolas de la Concha? Dejar constancia del momento, ¿no? Pues, ¡helos ahí! Las farolas, Rodríguez y otros. Claro que esas farolas son más grandes y algo más luminosas que las de Palma, pero también muchísimo más caras y de mayor consumo. Que todo hay que decirlo. «Lo que sí está claro "señaló Rodríguez" es que con otras farolas, este paseo no sería tan bonito como es ahora. Pues lo mismo digo de las que hemos puesto en Palma, que gracias a ellas su entorno ha mejorado notablemente».