Los doce inmigrantes encerrados en la parroquia de la Encarnación han improvisado un salón dormitorio. Foto: T.A.

TW
0

La desesperación es la única palabra que puede definir la situación extrema que ha provocado que doce de los 50 inmigrantes que se encerraron en la iglesia de Santa Catalina prolonguen su enclaustro, de 48 horas, de forma indefinida en la parroquia de la Encarnación. Una sala semivacía de la parroquia palmesana es el escenario de la protesta. Con unas cuantas mesas y sillas, como único mobiliario, y unos sacos de dormir que hacen las veces de dormitorio, nigerianos, senegaleses, uruguayos, paraguayos, colombianos y ecuatorianos comparten una situación dramática común, pero sobre todo, un deseo y una ilusión compartida: lograr la documentación necesaria para desarrollar una vida digna que les acredite como «lo que somos de hecho, personas», como así afirma Rodrigo, un inmigrante argentino. Doce ciudadanos del mundo, como a ellos les gusta definirse, «que en breve serán muchos más», continúa.

Tras un fin de semana en el que, con el apoyo de la Plataforma per la Convivència, han mantenido reuniones «muy positivas» con la Conselleria de Benestar Social, Conselleria de Treball y Serveis Socials, el grupo de inmigrantes ha decidido trasladarse a la iglesia de la Encarnación para prolongar su protesta de forma conjunta con el encierro que realizan los más de 45 inmigrantes de Eivissa.

El objetivo sigue siendo el mismo. Lograr 'papeles' para todos y ejercer presión para conseguir la derogación de la ley de extranjería (Ley 8/2000). Pero por encima de todo, conseguir «un trato digno de la sociedad mallorquina y española», como así explica John, un chico sudamericano que lleva cinco meses en Palma. Una tolerancia social, que se traslade al campo burocrático en forma de documentación para «poder ejercer de personas». Los doce 'encerrados' coinciden en que su situación no es más que un botón de muestra de lo que les ocurre a los más de 20.000 inmigrantes que residen, según estimaciones, en Balears. A pesar de las dificultades, agradecen el apoyo incondicional con que están contando de las ONG, IU, «y de muchos ciudadanos de Mallorca».

Además de la acogida del párroco de la Encarnación y el Plataforma per la Convivència, están recibiendo el apoyo de la Cruz Roja, que les proporcionará durante su encierro comida caliente, colchones y mantas.