Balears goza de buena salud económica. Esa es la conclusión más
importante que podríamos extraer del último informe realizado por
Sa Nostra, referente a los cuatro primeros meses del año. Si bien
el crecimiento económico es estable y el consumo privado es más que
saludable, los expertos comienzan ya a ver signos reveladores de
desaceleración después de un crecimiento desmesurado.
No en vano las economías de varios países locomotora "Estados
Unidos, Alemania..." han empezado a ralentizarse y eso, tarde o
temprano, se extiende por el mundo como una epidemia. Se trata de
esa teoría clásica de los picos y los valles, que viene a decir que
después de la tempestad viene la calma. Y ahora parece que nos
corresponde un periodo de tranquilidad, de freno, después de estar
unos años creciendo sin límites.
No hay más que ver sectores como el turismo, los coches o la
construcción, que se han extendido hasta márgenes insospechados,
creando una coyuntura de euforia sin precedentes. Los créditos a
bajo interés, el crecimiento del empleo y unas cuantas temporadas
turísticas muy positivas han sido el caldo de cultivo de unas
condiciones extraordinarias. Tanto que nuestro pequeño archipiélago
se ha convertido en uno de los destinos preferidos por los
inmigrantes, que ven aquí la oportunidad de su vida para crecer y
ser felices.
Sin embargo, hay que ser cautos. En economía siempre ha de
imperar la cautela. Los precios se disparan aquí más que en el
resto del país, los tipos de interés no bajan significativamente
desde hace mucho y hasta ahora "desde enero" la afluencia de
turistas es mediocre.
Sin ser agoreros, no estaría de más que supiéramos nadar y
guardar la ropa para el momento en que las vacas gordas empiecen a
adelgazar.
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