Los niños refugiados saharauis conocen a su llegada a Mallorca que hay algo más que la difícil y terrible vida del árido desierto.

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En 1977 se organizaron, gracias a la generosidad de los argelinos, los campos de regugiados saharauis en la zona fronteriza de Tindouf, lugar de lo más inhóspito y duro del desierto. Allí, desposeídos de todo, quedaron refugiados más 100.000 ancianos, mujeres y niños, mientras todos los hombres útiles se quedaron en el Sáhara combatiendo a los invasores marroquies, organizados en guerrillas y formando con el paso de los años un verdadero ejército de liberación.

Han pasado muchos años, 24, y Marruecos continua con su cruzada de acabar con el pueblo saharaui, mientras este crece y crece (ya superan los 300.000). Y lo hace en una zona tan hostil que nadie antes se había atrevido a habitar, de mucho viento y temperaturas extremas. Viven faltos de casi todo, totalmente dependientes de la ayuda humanitaria.

La Associació d'Amics del Poble Saharaui de les Illes Balears da la oportunidad año tras año a los hijos de los saharauis de conocer nuestra cultura y nuestra forma de vida y les da la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida (en sus campamentos de refugiados las temperaturas llegan a los 50 grados a ls sombra). Y lo hace gracias a la solidaridad de las familias que deciden acojer por una temporada estos niños.

Pero para la temporada de este verano faltan familias. Por eso, la Associació d'Amics del poble Saharaui hace una llamada, casi desesperada, a la solidaridad de «la buena gente de Mallorca», como nos cuenta Nina Parrón, coordinadora de esta ONG: «Necesitamos unas 20 familias que puedan acojer niños saharauis. Este año los pueblos de Mallorca han invitado 70 niños (30 en Menorca), pero aún no hemos podido encontrarles una casa a todos. Por ejemplo, en Andratx, que su ayuntamiento ha invitado cuatro niños, solo tenemos una familia. Además de allí, necesitamos familias de Alcúdia, Inca y Santa Margalida.