A yer se recuperó la normalidad en los aeropuertos de Balears, pero la opinión pública sigue indignada. No se comprende que nadie fuese capaz de poner fin a una situación caótica que nos ha avergonzado a todos. La intransigencia de los conductores de autocares turísticos, que han puesto sus reivindicaciones económicas por encima del sufrimiento de los demás, que han campado por los aeropuertos con total impunidad, que han cometido actos coactivos y violentos, exigía una actitud más resolutiva y enérgica por parte de todas las administraciones afectadas, tanto el Gobierno central como el autonómico. Ha dado la sensación que turistas, residentes y profesionales del sector turístico han tenido que sufrir las consecuencias de las malas relaciones políticas antre el Govern (Pacte de Progrés) y el Gobierno de Madrid (PP). Antich y el conseller Grosske, al que no hay que enseñar cómo se organiza una huelga, deberían haberse implicado antes para evitar el espectáculo que hemos dado a toda Europa. Bastaría con haber aplicado lo que ahora prometen. Demasiado tarde. Y lo mismo cabe decir de la Delegación del Gobierno, máxima responsable de las fuerzas de seguridad. ¿En qué país vivimos, en que la policía permite estas salvajadas?
Editorial
Una huelga que sólo deja perdedores
03/07/01 0:00
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