El Govern de Balears pretendía llevar a término un proyecto
para, sencillamente, dotar a las Islas de nuevos recursos que
permitieran frenar en lo posible el deterioro medioambiental que
durante décadas han sufrido. Quizá el procedimiento no era el más
adecuado por sus carencias "sólo pagarían la ecotasa los turistas
que pernoctan en hoteles", pero el objetivo era y sigue siendo
loable. Ahora el Gobierno de Madrid ha dado un mazazo a las
intenciones de Francesc Antich y su equipo recurriendo la ecotasa
ante el Constitucional y solicitando su suspensión, alegando
duplicidad de impuestos con el IVA y el IAE, tal como reclamaban
los hoteleros, afectados directamente por el proyecto porque debían
convertirse en recaudadores de la tasa.
Lo triste es que con esta actuación del Gobierno central Balears
pierde la oportunidad de conseguir diez mil millones "a los que hay
que añadir los cuatro mil que perdió al declararse inconstitucional
el año pasado el impuesto ecológico", con lo que, en última
instancia, los perjudicados somos todos: las Islas, sus habitantes
y el medio ambiente.
De cualquier modo, de haber alguna duda sobre la viabilidad
jurídica del impuesto, lo correcto es que se estudie antes de su
entrada en vigor, prevista para enero de 2002, y, lógicamente,
suspenderla en tanto no se resuelvan esas dudas. Lo malo es que en
esas altísimas instancias judiciales las cosas se demoran por años.
Y lo peor es que este recurso es el reflejo de las pésimas
relaciones entre el Govern balear y el Gobierno central y del
gravísimo enfrentamiento entre la Conselleria de Turisme y todo el
sector turístico. Todos han cometido errores y se ha llegado a un
punto insostenible que perjudica gravemente los intereses de los
ciudadanos de Balears, que asisten con preocupación a los distintos
episodios de esta «guerra turística».
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