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Mucha gente en la mañana de ayer en el Club Náutico de Palma, donde se respira profundamente a Copa del Rey de Vela, que llega este año a su 20 edición. ¡Y parece que fue ayer cuando comenzó! Por allí andaba Queca Campillo, una fotógrafa que me encanta, tanto como profesional como persona, y que ya lleva muchos años viniendo tanto a la Copa como al Trofeo Princesa Sofía, quien me entregó el magnífico catálogo de la no menos magnífica exposición fotográfica que hizo hace unos meses de la que destaca todo, pero por encima de esto, la galería de retratos. El de Menem, por ejemplo, genial. Y la instantánea tomada a Múgica en el hemiciclo, irrepetible, y más cuando este debió de ver la foto.

Bien. Pues a todo esto, llegó el rey don Juan Carlos. Vestía de calzón corto blanco, a juego con el niky, y llevaba al hombro la mochila azul, tocándose con una gorra de visera de color granate y cubriendo sus ojos con unas gafas azules muy chulas. Esta vez llegaba de acompañante. Queremos decir que no conducía él. En la Puerta del Club Náutico le aguardaban los hermanos Puig, de Acua Brava, patrocinadores de la Copa, y el presidente de la Federación de Vela, quienes dieron la bienvenida al Monarca, el que a su vez estrechó sus manos.

A continuación, entró en el recinto, donde se están ultimando los preparativos. Tras saludar a más gente, el Rey subió a bordo de la gomonne e invitó a los tripulantes del «Bribón», y también al armador Cusí, a que hicieran lo mismo, repitiendo la misma imagen del domingo anterior, en aquella ocasión en Puerto Portals. Parece ser que la intención era entrenar un par de horas, pues hay que llegar muy a punto a la Copa, que comienza mañana. Al rato apareció por allí la infanta doña Cristina luciendo los colores del «Azur de Puig», su barco de toda la vida, con el que también salió a entrenar.