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«Eduardo Bonnín, un aprendiz de cristiano», libro escrito por Eduardo Suárez del Real, con formato de entrevista, da a conocer en profundidad la vida, obra y forma de ser del fundador de los «Cursillos de Cristiandad» en la década de los años 40. «Yo siempre me presento diciendo que soy un aprendiz de cristiano, no me gusta decir nada más», afirma Bonnín a modo de presentación. «Los 'Cursillos de Cristiandad' son un movimiento que, mediante un método propio, intenta desde la Iglesia que las realidades de lo cristiano se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que, descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, conduzca su libertad desde su convicción, refuerce su voluntad con su decisión y propicie la amistad en virtud de su constancia en su cotidiano vivir individual y comunitario», explica a este diario el propio Bonnín.

Para Eduardo Bonnín la cárcel es su escuela. Y comenta tal afirmación con una anécdota: «Había un hombre muy astuto, que ya había estado en la cárcel varias veces, y una vez vino a proponerme que hablara con el obispo para pedirle que él pudiera almacenar tabaco en unas catacumbas que hay dentro de la catedral, ofreciendo a cambio una comisión para el seminario», comenta. «Ya te puedes imaginar mi reacción ante semejante inmoralidad. Obviamente no lo hice, pero un tiempo después yo estaba en el patio de la prisión, rodeado de presos y él, con muchas ínfulas y mucha desvergüenza, vino a saludarme. Él seguía siendo el amo de la situación, tenía tal influencia que conseguía que cada día le llevaran la comida de fuera. Entonces me preguntó: '¿ tú qué haces aquí ?'. Y no se me ocurrió otra cosa que contestarle: 'Vengo a aprender'», explica Bonnín.

«En ese momento su cara y su actitud cambiaron, me puso la mano en el hombro y me dijo: 'no sabes las cosas que yo he aprendido aquí'. Si yo le hubiera dicho alguna beatería tipo 'vengo a hacer apostolado', me hubiera metido en un lío, pero el Señor ayuda. Si nos pone en trances de estos, tiene que ayudarnos», añade. Y resume su filosofía de vida apuntando que «la verdad es universal, no tiene nacionalidad. Yo no soy la verdad, yo quiero ser un servidor de la verdad y si la verdad se sirve con honradez, se transparenta»; y no pierde de vista la actualidad con sus comentarios «actualmente hay agencias de viajes alemanas que aseguran quince días de buen tiempo en Mallorca y, si sus clientes no gozaran de buen tiempo, ofrecen compensaciones, porque ellos han pagado dos semanas de sol. Yo creo que los 'Cursillos' aseguran el apetito, el buen humor y una serie de cosas que optiman el rendimiento personal pero que no son negociables».

El fundador de los «Cursillos de Cristiandad» asegura: «Mi contacto con la gente me llevó a verificar, en vivo y en directo, que cuando el mensaje del Evangelio es acogido con fe personalizada y llega a la singularidad, a la originalidad y a la creatividad de cada uno, potencia sus cualidades humanas» y defiende su labor apuntando que «lo que queríamos al principio, y seguimos queriendo aún, es que la libertad del hombre se encuentre con el espíritu de Dios». En este sentido, Eduardo Bonnín recuerda alguna asamblea de Acción Católica en la que el cura «nos decía: Vais a dar una ojeada por el Barrio Chino para que nadie se escape», lo que el propio Bonnín califica de hipocresía.