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Palma vivió el sábado el concierto más espectacular de los últimos años con la actuación de Alejandro Sanz, que derrochó energía y simpatía durante las casi dos horas y media que duró su actuación, precedida por la aparición en las pantallas gigantes de un vídeo de Penélope Cruz hablando acerca de la Fundación Madre Teresa de Calcuta.

Eran las 22.55 horas cuando se produjo el momento más esperado. Vestido con una americana y camiseta negras y con un pantalón granate, Alejandro Sanz, que últimamente ha ganado bastante peso, cantaba las primeras estrofas de «Tiene que ser pecado» a la vez que bajaba por una impresionante escalera. Gritos al borde del histerismo acompañaban al cantante mientras los miembros de la organización no paraban de lanzar botellas de agua al público. La primera parte del concierto fue muy melódica e incluyó temas como «Cuando nadie me ve», primer single de su último trabajo «El alma al aire», o la dedicada a Buenos Aires.

Los asistentes, entregados desde el primer momento, vivieron uno de los momentos cumbre cuando Alejandro Sanz hizo un popurrí de algunos de sus grandes éxitos. «Si hay Dios», pero sobre todo «Viviendo deprisa», enardecieron a los asistentes. Una de las grandes ovaciones de la noche se produjo cuando dedicó la canción «El alma al aire» al príncipe Felipe, quien tras el concierto estuvo charlando con el artista en el camerino. Alejandro Sanz demostró que además de ser un gran artista es un ser generoso y en todo momento tuvo detalles con sus músicos, incluyendo una presentación de cada uno de ellos que tuvieron sus particulares momentos de gloria al realizar éstos unos solos.

Entre tema y tema, el cantante no paró de bromear con un público muy variado, quien vivió su momento de mayor protagonismo cuando cantó entera la canción «Y si fuera ella», mientras el cantante se paseaba por los 36 metros de escenario escuchando emocionado este gran éxito de su anterior álbum «Más». La parte final del concierto emocionó más si cabe al público cuando, tocando la guitarra, se despachó a gusto con unas bulerías dedicadas a su recién hija Manuela. La interpretación de «Lo ves», sentado en un piano situado en una pasarela, precedió a la última canción del concierto, la inevitable «Corazón partío».