La pesca de esta especie cuenta con muchos adeptos entre los
aficionados a la pesca deportiva de las Islas, hasta tal punto que
el Ejecutivo tuvo que imponer una veda de dos meses para evitar la
disminución irreversible de la población y la hizo coincidir con la
época de cría. Los criterios que justifican una medida de este
tipo, según argumentan las mismas fuentes, «son estrictamente de
carácter biológico» y se fundamentan en diferentes informes
técnicos «que acreditan la eficacia de las medidas de
protección».
De hecho, los técnicos de la Direcció General de Pesca ya han
podido comprobar la eficacia de la medida, tanto en lo que se
refiere a un aumento en la cantidad de ejemplares como por lo que
respecta a su tamaño. «Así, y aunque el objetivo prioritario de
esta prohibición temporal de pesca era incrementar los bancos, las
comprobaciones realizadas indican que la talla media de los raors
ha aumentado un centímetro desde la aplicación de la veda». Como
quiera que esta especie es de pequeñas dimensiones, unos 12
centímetros, la conselleria argumenta que, en consecuencia, su
talla se ha incrementado, por término medio, en torno al 10 por
ciento.
Existen otros informes anteriores a la veda que constatan la
gran diferencia de tamaño de los ejemplares capturados en «zonas
libres» con respecto a los de zonas protegidas. Los datos
recogidos, por ejemplo, en el área Cabrera, «donde la explotación
es mínima y se produce sólo entre los meses de septiembre y
noviembre», revelan que los ejemplares son muy superiores a los
capturados en zonas que no eran objeto de limitaciones temporales.
«Se ha constatado, además, que la recuperación de las poblaciones
de esta especie en la zona protegida se consigue en un término de
tiempo relativamente breve, mientras que en la zona libre la talla
media sufre un descenso sostenido», aseguran.
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