Antes de poner rumbo hacia cualquier parte, Joan Collins ordenó al capitán que pusiera combustible en el depósito del barco, aunque seguramente la pondría sin consultar, pues el barco sin combustible no navega, y el suyo estaba a punto de quedarse sin él. «Ponga cinco mil litros, por favor», le dijo al empleado de Puerto Portals que había acudido hasta el pantalán donde lo tenía amarrado con un carrito provisto de dos mangueras, una que conectaría al tubo que apareció tras destapar un compartimento ubicado sobre el mismo muelle, y otra que conectaría con la entrada del depósito de combustible del yate, y ambas a su vez conectadas a un soporte sobre el cual estaba el marcapasos de la gasolina, que el empleado puso a cero, automatizando los 5.000 litros en la parte inferior del mismo, litros que en media hora pasaron al barco.
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No sólo es tener el barco, sino hacerlo navegar
17/08/01 0:00
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