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Las fotos de docenas de inmigrantes pasando la noche ante la oficina de Extranjería de Palma, publicadas por este diario, ponen de manifiesto que algo está fallando. No puede admitirse como una situación normal que mientras miles de turistas y residentes se divierten en las noches mallorquinas, haya otras personas, llegadas de países más o menos lejanos, que deban hacer largas horas de cola y durante varios días para que un funcionario les atienda.

Tras llegar a España por procedimientos que no explican pero facilmente imaginables "la patera es uno de ellos" ahora su obsesión es conseguir unos papeles que regularicen su situación y que les permitan una vida como emigrantes legales, con acceso al mercado laboral y a una vivienda digna. Ya no hay manifestaciones ni encierros, simplemente la patética imagen de unas personas pasando la noche a la intemperie y soñando con una vida que les haga olvidar las penurias sufridas en sus países de origen y también en esta isla tan aparentemente próspera.

Sus ilusiones se estrellan con una burocracia que no entienden. Sólo pretenden ser escuchados para averiguar cómo está su expediente y si podrán conseguir los documentos tan ansiados. Hace unos meses se publicaron unas imágenes semejantes que movieron a la Adminmistración autonómica a abrir unas oficinas para evitar el colapso de las dependencias de Extranjería de la Admiministración central.

No obstante, y a las nuevas fotografías nos remitimos, todo indica que son precisos más esfuerzos. Una sociedad como la nuestra no puede permanecer indiferente, y menos las organizaciones humanitarias, que deberían movilizarse para ayudar más a los inmigrantes. Pero a quien compete, sobre todo, es a las administraciones. Es urgente que se coordinen y amplíen, si es preciso, los horarios. Con toda probabilidad habrá en Mallorca funcionarios públicos dispuestos a renunciar a unas horas de asueto por las tardes para poner remedio a este problema que nos atañe a todos.