En Pere Garau, el 'batle' coincidió con Pere Sampol en la presentación de la campaña de promoción de mercados. Foto: J.A.

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Como cada año desde que es alcalde, y sin ánimo de otra cosa que no sea felicitar las Pascuas a usuarios y vendedores, Joan Fageda giró visita ayer por la mañana a los mercats de l'Olivar, Santa Catalina, Pere Garau, Llevant y Camp Rodó. Le acompañaba la regidora Lys Riera, responsable del área de mercados. A diferencia de otros años, el batle Fageda se encontró "es un decir, pues ya sabía lo que iba a ocurrir" con que en el de Pere Garau, el Govern estaba a punto de presentar la Campanya de promoció dels mercats municipals de Palma per les festes de Nadal.

En apenas unos minutos, por allí fueron apareciendo el vicepresident Pere Sampol y los representantes de quienes apoyan dicha campaña, entre ellos el Ajuntament, además de el GOB, Pimeco y Banca March, en total dieciséis personas que se alinearon delante del micrófono ante media docena de periodistas para explicar de qué iba la cosa, lo cual ya se sabía desde la víspera gracias a la nota de prensa que nos habían remitido. Pero quedó bonito, y más cuando por allí apareció, megáfono en mano, la vedette Vivian Caoba, imagen de la citada campaña, cuya filosofía es animar a la ciudadanía a que vaya a la plaza, pues "reza" «si véns al mercat, saps el que menges». Vivian repartió senalles entre los allí presentes, a la vez que los animaba a comprar, cosa que hicieron en un par de puestos.

A través de esta campaña, que está esponsorizada por el Govern, Ajuntament y Banca March, los mercados de Palma regalarán 500 senalles "la idea es del GOB, que ve más ecológica la senalla de palla que la de plástico" con vales de 20.000 pesetas para comprar productos en el mercado una vez hayan pasado las Navidades.

Tras dar una vuelta por el mercado, que unos y otros aprovecharon para felicitar las Pascuas, la dirección del mercado invitó a berenar "gambas, jarret, senalles, jamón, chorizo, formatge, frutos secos de la tierra y fruta del tiempo, todo ello bien regado con vino". Finalizado el opíparo almuerzo, el batle siguió su periplo, ahora por el Olivar, donde "como sucedió en Santa Catalina, y sucedería posteriormente en Camp Rodó y Llevant" demostró que es una persona muy popular y querida por todos.