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La escala del buque escuela Juan Sebastián de Elcano en Palma, con motivo de su 75 aniversario, congregó ayer a un numeroso público en el Dique del Oeste, que formó largas colas frente a las pasarelas desde primeras horas de la mañana. La masiva presencia de visitantes obligó incluso a regular el tráfico y los aparcamientos en torno a los accesos al muelle, que llegó a quedar saturado.

Y es que el célebre bergantín-goleta español no ha prodigado su presencia en Mallorca a lo largo de su dilatado historial, ya que en sus 75 años de vida marinera (que ahora celebra en este crucero especial a lo largo del litoral peninsular y Balears), es ésta su séptima estancia en Palma. Las anteriores tuvieron lugar en 1932, 1933, 1941, 1979, 1982 y 2001. Ayer las visitas públicas se repartieron en dos turnos, de las 11:00 a las 13:00 y de las 16:00 a las 20:30 horas.

Un tiempo en que los ciudadanos tuvieron ocasión de pisar sus recias cubiertas de madera de teca y admirar un amplio elenco de tradicionales elementos dignos de un museo naval. Porque a bordo del Juan Sebastián de Elcano el tiempo parece haberse detenido en un pasado romántico, cuando la pericia e intuición del marino determinaba el gobierno de un gran velero. Este sabor de rancia tradición brilla a bordo por doquier, desde el puente a la intemperie bajo las vergas, a la toldilla con su enorme rueda de timón, bitácoras y telégrafos de órdenes, entre bolardos y cabrestantes de cobre. Todo un mundo fuera del tiempo.