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F.OLIVA
Magdalena Kusserow (Bochum, 1924) y Ruth Danner (Alsacia-Lorena, 1933) son dos de los cuatro testigos de Jehová supervivientes del holocausto nazi en Alemania que el próximo martes inaugurarán la exposición Memoria de un testimonio 1939-1945 en el Castell de Bellver.

Magdalena Kusserow es una mujer que derriba el mito de frialdad del carácter alemán. Domina el castellano casi a la perfección, y no para de hablar y de mostrar fotografías de sus dos hermanos asesinados por los nazis a los 20 y 25 años respectivamente. «Al mayor lo fusilaron y al otro lo decapitaron porque Hitler pensaba que tenían que ahorrarse balas para el frente y no hacía falta malgastarlas fusilando», dice sin inmutarse. «Se habían negado a luchar en la guerra dado que nuestra religión prohíbe el uso de las armas», concreta.

Por contra, Ruth Danner no habla castellano con fluidez. Los padres de Ruth, que vivían en la localidad frontera con Francia de Alsacia-Lorena, también eran testigos de Jehová «una religión que estaba proscrita entonces en Alemania». Los padres de Ruth «ayudaban a otros perseguidos y nosotros sabíamos qué les pasaba a aquellos que lo hacían, aclara Ruth. Ruth pasó por seis campos de concentración de los cuales «el peor fue el de Frankenstein. «En aquel campo incluso los niños de tres años tenían que trabajar para ganarse el pan».

Kusserow tenía, al llegar Hitler al poder en Alemania en 1933, tan sólo 9 años, sin embargo, según recuerda «lo peor llegó en 1936, cuando empezaron las persecuciones fuertes contra los testigos de Jehová».

Los padres de Magdalena, que tenían 10 hijos más aparte de ella, fueron detenidos y condenados a prisión por «negarse a contribuir a la maquinaria de guerra nazi y a saludar con el reglamentario Heil Hitler. Además, «nos presentaron un papel a todos los de mi familia para que firmásemos renunciando a nuestra religión. Todos nos negamos».