Tres días antes de que un avión israelí bombardeara un edificio de
Gaza, que se saldó, entre otras víctimas, con la muerte de diez
niños, estuvimos en Israel, concretamente en Jerusalén y Shilo.
¿Que a qué fuimos? Desde luego, a contar la guerra que a diario
tiene lugar allí entre judíos y palestinos, no, aunque no pudimos
evitar eludirla, pues te encuentres donde te encuentres tienes la
sensación de que puede pasar algo -nada bueno, desde luego- cuando
menos lo esperes. Es más, no sólo tienes esa sensación de que pueda
pasar sino que pasa, verbigratia, un atentado palestino originado
por dos kamikaze en un zona de extranjeros ilegales de Tel Aviv y
un acribillamiento de parte de palestinos camuflados con ropas
militares judías a un autobús de judíos en el asentamiento de
Enmanuele, al sur de Jerusalén.
Aunque en nuestra opinión Israel nunca debería de responder con
las mismas armas terroristas con las que les atacan los terroristas
de Arafat -lo decimos por el bombardeo del lunes-, ahí tienen que
tomar medidas, pero de verdad, ya que de lo contrario el conflicto
va para largo. ¿Que a qué fuimos a Israel? Nuestro objetivo
prioritario era conocer, ver cómo viven, dos mallorquines y una
catalana, nieta de mallorquín, de Inca, en Jerusalén y Shilo,
personas que no sólo han abrazado el judaísmo con todas sus
consecuencias, sino que además uno es rabino, otro va camino de
serlo y otra está casada con un rabino, judío norteamericano, que
también conoce Mallorca por haber pasado temporadas de
vacaciones.
Ellos son: Hana (Ana, cuando era cristiana) Canals Durán, nieta
del poeta Miquel Durán, de Inca, además de profesor de Literatura y
fundador de la Imprenta Durán; José Fuster, nacido en la zona de
Manacor, descendiente de judíos conversos y, hoy, judío, estudiante
del Talmud, posiblemente en un futuro rabino -aunque de momento
dice que lo único que le interesa es seguir estudiando-, casado con
una judía polaca y padre de dos hijos nacidos en Jerusalén; y
Nissan Ben Abraham, nacido Nicolau Aguiló, primo del que fuera
alcalde de Palma, Ramón Aguiló, cuya familia sigue en Palma -tienen
una tienda de mucha solera en la calle Jaume II-, pero que cansado
de sufrir golpes a causa de su apellido, marchó a Israel hace algo
más de veinte años, donde sigue y seguirá hasta que muera, pues
allí tiene su casa, su mujer y sus once hijos a pesar de no contar
con mucho más de 40 años.
Nissan es rabino, escribe en hebreo y da clases en el colegio de
Shilo, un asentamiento judío ubicado en territorio palestino, a
unos 30 kilómetros de Ramallah, el sancta sanctorum palestino, y en
frente de Cariot, la ciudad donde nació Judas, el apóstol traidor,
aunque de él, Pere Bonnín tiene una idea bastante diferente de la
que cuenta el Nuevo Testamento y que a lo mejor algún día explica,
sobre todo los motivos que le llevaron a traicionar a Cristo.
Nissan, que a través de Ultima Hora Digital se
entera de lo que sucede en les Illes y esta parte de Europa, dos o
tres noches tuvo que tomar el fusil y hacer guardia en el
asentamiento, cosa que a diario, y por turnos, hacen los que viven
en él.
Con Hana y Nissan recorrimos la ciudad vieja de Jerusalén.
Acompañamos a Nissan a rezar ante el Muro de las Lamentaciones el
día más triste del año para los judíos: el 18 de julio, aniversario
de la destrucción del primer templo que coincide, además, con el
del comienzo de la primera guerra mundial. Luego le acompañamos
hasta Shilo -viaje que hicimos en un autobús blindado, porque nunca
se sabe-, asentamiento al que se entra por una verja de hierro
corrediza, tras identificarnos, que se cierra a nuestras espaldas.
Hana y su esposo nos llevaron por los barrios judíos, cristianos y
árabes de Jerusalén, sin que ocurriera nada de particular en éste
último ante la presencia de dos judíos. Entramos en un tenderete,
compramos algo y el dueño, árabe bereber, nos invitó a té aromático
diciéndonos que es posible la paz entre los dos pueblos. El viernes
por la noche nos invitó a su casa, a celebrar con su familia el
Sabath, la gran fiesta de los judíos. Antes, tocados con la kipá, o
gorrito sobre la coronilla, pasamos por la sinagoga donde la
comunidad rezaba.
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