Como si se tratase de un abrir y cerrar de ojos, un núcleo tormentoso que afectó a la mitad norte de la Isla pasó fugazmente por nuestras playas. No duró mucho tiempo, pero lo suficiente como para asustar durante unos minutos al sol.
La consecuencia inmediata fue la recogida de hamacas y la retirada de la mayoría de los bañistas que vieron su gozo en un pozo. Y es que la primera semana de agosto ha tenido unos altibajos en las temperaturas, que han deprimido a más de un turista que no ha podido ponerse tan moreno como esperaba.
Sin embargo, tampoco hay que ponerse tremendistas, porque tan pronto vino esa tromba de agua, como desapareció. El calor bochornoso volvió de nuevo y la temperatura se estabilizó en torno a los 26 grados. Los pocos que habían permanecido en el agua o debajo de alguna sombrilla se alegraron de que hubiese escampado y continuaron disfrutando de su tarde de playa.
Los que posteriormente se iban a desilusionar eran los menorquines y los turistas de la vecina isla, ya que desconocían que este núcleo tormentoso se dirigía hacia esa tierra.
· Leire Quintana.
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