Para muchas personas, el verano es tiempo de reencuentros, nuevas
amistades y diversión. Para muchos perros, en cambio, supone justo
lo contrario: abandono, soledad, perrera y muerte. Entre junio y
agosto, cada día son abandonados alrededor de 30 perros en Palma,
cifra inadmisible para el que se supone mejor amigo del hombre. Y
aunque también aumentan las adopciones, la caridad no basta para
remediar lo que es un problema flagrante de responsabilidad
individual.
Los organismos que trabajan para combatir el abandono y la
adquisición irresponsable de mascotas coinciden en señalar que el
abandono estival preocupa mucho. De los 2.851 perros que llegaron
al Centre Sanitari Municipal de Protecció Animal de Son Reus en
2002, un 30% lo hizo en verano. «En esta época los propietarios se
enfrentan a problemas nuevos: cambian de domicilio, se van de
vacaciones o simplemente estrenan horario laboral. Cuando el animal
molesta, muchos piensan que lo mejor es deshacerse de él», comenta
resignado Pere Morell, director del centro donde se acogen los
animales abandonados y se les da en adopción.
«Tener una mascota tiene que ser una decisión responsable»,
subraya Morell. «Un perro vive de media quince años y hay que estar
dispuesto a cuidar de él durante todo ese tiempo. No es un juguete
que se tiene unos meses y luego se abandona en cualquier esquina».
Juan Gil, presidente del Centro Canino Internacional, asociación no
lucrativa que acoge y dona perros rechazados, añade en este
sentido: «Debería limitarse la adquisición de mascotas, pero el
problema es el negocio que hay detrás de todo eso». Además de
recibirlos, los funcionarios del Centre de Protecció de Son Reus
también recogen perros de la vía pública y acuden a domicilios
particulares que lo solicitan.
Eduardo Colom
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