Ya son 25 las niñas que viven en el «Hogar Infantil Ciutat de
Palma», centro dirigido por la religiosa mallorquina Esperanza
Garau (superiora general de Amistad Misionera en Cristo Obrero,
AMICO) e inaugurado el pasado mes de marzo en la localidad de
Diriomo, en Nicaragua. El hogar abrió sus puertas con ocho niñas,
todas ellas maltratadas, víctimas de abusos o en peligro inminente
de serlo, y la mayoría huérfanas. Muchas, como Karen, vivían en la
calle; otras, como Jamileth, corrían el riesgo de sufrir abusos de
las parejas de su madre.
Jamileth vivía en el barrio marginal de Bello Amanecer, situado
a cinco kilómetros de Managua. Ella, su madre, sus cinco hermanos y
el compañero de su madre dormían en la misma cama: un colchón
mugriento colocado sobre la tierra en una chabola con plásticos por
techo. La niña, de 11 años, estaba sin escolarizar y, como otras
tantas niñas de Nicaragua, se dedicaba a cocinar y a cuidar de sus
hermanos. Ahora vive en el hogar, va al colegio, come tres veces al
día y ha iniciado una vida esperanzadora.
«Todo lo que hacemos es poco comparando las necesidades tan
terribles que tiene este país. La pobreza se ceba especialmente en
las niñas, muchas de ellas víctimas de abusos a partir de los 10
años. El hogar cuenta ya con 25 niñas. Las dos últimas llegaron el
jueves. Tienen 7 y 9 años y hace una semana se quedaron huérfanas
de madre. Las encontramos en la calle. El padre no existe, no saben
ni quién es», afirma sor Esperanza.
Mercedes Azagra
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