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El arte de glosar improvisando y con la tonada se está extinguiendo entre la gente mayor. No obstante, están de moda muestras de excepcional viveza, como la que tuvo lugar el pasado viernes en el teatro de Artà, en el marco de la Diada de Mallorca, organizada por el Consell y la Associació Cultural Artà. Acudieron cerca de 400 personas procedentes de múltiples municipios. Fueron casi dos horas de originalidad, sabiduría popular, humor, instinto, astucia e intuición. Los grandes protagonistas de la noche: tres mallorquines y cuatro menorquines. El resultado: un nuevo hermanamiento cultural muy rico, relevante y verdaderamente arraigado. Por parte de Mallorca estaban Antoni Socies, de sa Pobla; Joan Planisi, de Can Picafort; y Rafel Roig, de es Carritxó. Mientras que de Menorca, Miquel Ametller, Pilar Pons, Toni Rotger y el guitarrista Toni Carreres. Antes del comienzo del Combat se hizo entrega de los premios del consolidado Concurs de Gloses Joan Sansó (Geneca). Asimismo, al final del Combat, el cap de Relacions Institucionals del Consell, Guillem Ginard, obsequió a la directiva de la Associació Cultural Artà con un libro.

Los primeros glosadors en intervenir fueron los mallorquines. Una primera ronda de gloses de presentación y saludo al público dio paso a un interesante intercambio de acusaciones. Se abordaron temas como la vejez, la muerte, la potencia sexual, la fidelidad a la pareja, etc. A continuación, los menorquines hicieron lo mismo, si bien estos con la pegadiza música de la guitarra y diferente tonada ofrecían otro sentido de interpretación. Ni mejor ni peor. Cada uno tiene su mérito. Incluso Pilar Pons dedicó una bella glosa a un servidor, cuando les estaba haciendo una foto. Hubo algunos momentos de confusión, puesto que no parecía estar claro el orden y cambio de intervenciones. Ello provocó uno de los momentos más divertidos de la noche, cuando el presentador Xerafí Guiscafré hacía gestos a Ametller desde los laterales del escenario y el menorquín no le entendía de ninguna manera. El público apreciaba este pequeño desconcierto, hasta que Ametller cantó una glosa esclarecedora de la situación de lo más graciosa, con la consecuente ovación del público. Pons también aludió a la barba blanca de Guiscafré, resaltando su aspecto joven.

Más tarde se procedió al Combat entre ambas «formaciones» de glosadors. Tal vez el combate entre Ametller y Planisi resultara el de más calidad, tanto por el doble mensaje de las palabras como por la rápida reacción de los dos y su forma de cantar. El apellido Ametller dio mucho juego a Planisi. Pero el menorquín se supo defender informándole de las cualidades del árbol en cuestión y los defectos del paso, inevitable, de los años. La última ronda fue para despedirse. Eran las 23.45 horas. Por supuesto, del combate sobrevivió una gran amistad.

T. Obrador