Las tropas españolas destacadas en Irak asumirán el control de
Nayaf mañana martes, según precisaron fuentes militares. Pese a
cuanto se ha dicho de que la zona es una de las más tranquilas del
país, es indiscutible que se trata de un escenario de posguerra con
una importante comunidad chií, muy castigada durante el régimen de
Sadam, pero que también ha manifestado una fuerte oposición a la
presencia de las fuerzas de ocupación anglo-norteamericanas.
No se trata, por tanto, de ninguna pera en dulce y el Ejército
de nuestro país tendrá que echar mano de todo su saber hacer para
poder garantizar la seguridad en la zona y establecer las
condiciones necesarias para que la vida cotidiana se vaya
normalizando entre la población nativa. Bien es verdad que los
soldados y oficiales españoles cuentan con las experiencias vividas
en Croacia o en Kosovo.
Pero los escenarios son radicalmente diferentes y eso no debe
perderse nunca de vista. Esto además de la constatación de que la
posguerra iraquí está resultando mucho más sangrienta que las
vividas en los Balcanes o en el mismo Afganistán.
Pese a que las dificultades a las que se van a enfrentar son
notorias, hay que confiar en la profesionalidad que han demostrado
en sus misiones y, por supuesto, en que no se registren bajas en
sus filas.
Ahora bien, lo que sería deseable, y eso hay que tenerlo siempre
presente, es que los iraquíes asuman su propio Gobierno y el
control del país con la ayuda, naturalmente, de la comunidad
internacional. Por el momento parece que las divergencias son tan
notables que es difícil conseguir el mínimo acuerdo para ello. Por
esto resulta preciso que se trabaje con la vista puesta en el
futuro de Irak y no en otros objetivos espurios.
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