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Ya no hay peleas, malas caras las mínimas. El comedor huele que alimenta y los alumnos se sientan ordenadamente, los hay incluso que repiten primer plato y sólo los más nuevos y de mayor edad se resisten a rebañar las espirales tricolor con tomate y queso.

Cada vez son más los colegios de las Islas que recurren a conocidos servicios de cátering para nutrir su comedor escolar, un claro ejemplo de esta nueva forma de entender los hábitos de alimentación infantil es el comedor de la escuela pública Joan Mas de Pollença, de 35 plazas y con una decena de comensales habituales.

La directora del centro, Marga Cerdà, nos cuenta cómo funciona un servicio de comedor sin cocina, una salida excelente que suple la falta de espacio y que da además la opción de encargar menús «especiales», sin cerdo para los musulmanes, vegetarianos, cocina para diabéticos, o incluso dieta blanda para aquellos que acaban de padecer una gastroenteritis.

El repartidor de la empresa de cátering Eurest llega cada día puntualmente a las 13 horas recoge las sobras del día anterior y deposita en el comedor los contenedores isotérmicos que contienen los nuevos menús, listos para servir. Unos minutos después llegan los primeros comensales, los mayores lo hacen solos y la monitora supervisa que pasen por el servicio para lavarse las manos.

Los más pequeños, de 3 a 5 años, llegan en fila, siguiendo a una segunda monitora que pacientemente les acompaña a los baños. Con las manos relucientes pasan al comedor y se sientan ordenadamente, los de menor edad en primera fila.

Elena Ballestero