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El Gobierno vasco aprobó ayer el proyecto de nuevo Estatuto que podría conducir a la libre asociación con el Estado español si así lo decidieran los ciudadanos vascos. Pese a que el lehendakari ha manifestado que el nuevo texto no supone una ruptura sino un nuevo marco de convivencia con el Estado, la reacción del Gobierno, a través de su ministro portavoz, y la de los líderes de los dos grandes partidos españoles, PP y PSOE, no ha podido ser más enérgica. Zaplana y Rajoy han declarado que el Gobierno y el PP se opondrán con todas las medidas jurídicas y políticas. Por su parte, Rodríguez Zapatero ha dicho que el PSOE rechazará firmemente al proyecto porque va contra las reglas del juego democrático y ha exigido su retirada por considerar que dificultará la paz.

Significativamente, ha sido el secretario general del Partido Andalucista, Antonio Ortega, quien mejor ha reflejado la auténtica realidad del momento político: ni el Gobierno vasco, ni el Gobierno español están a la altura de las circunstancias. Textualmente señala que «se está tensionando de una manera virulenta lo que debería ser un diálogo fluido y político».

Y así es, la intransigencia constitucionalista de unos y la intransigencia soberanista de otros están conduciendo al País Vasco y a España entera a un callejón sin salida. Están crispando el ambiente político hasta extremos totalmente irresponsables. Tan absurdo es sacralizar la Constitución impidiendo cualquier tipo de reforma, aferrándose a posiciones inmovilistas, como no comprender que no se dan ahora en Euskadi las condiciones necesarias para decidir libremente el futuro. Mientras ETA siga matando y extorsionando, mientras haya ciudadanos vascos amenazados de muerte, no se puede plantear una reforma que supone un ataque frontal a miles de vascos totalmente contrarios a cualquier propuesta de carácter nacionalista.

No es éste el camino. Es preciso dialogar y buscar soluciones de consenso que permitan avanzar en el camino del autogobierno. Para ello es imprescindible que las pistolas de ETA callen para siempre.