Esta imagen es de ayer mismo por la mañana en Cala Agulla, aunque parezca mentira. Foto: JULIAN AGUIRRE

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A pocos días del cierre de la temporada turística -los más, el 31 de los corrientes, los menos el 2 o el 3 de noviembre-, la playa estaba ayer así. La playa, o mejor, las playas de Son Moll y Cala Agulla, ambas del término de Capdepera, en el otro extremo de la Isla, según diría un palmesano. Sin duda, estas imagenes son la mejor publicidad que Mallorca puede vender esta semana a los congresistas de ABTA. ¿Sol, buen tiempo y agua más o menos calentita a finales de octubre... Dónde? ¡En Mallorca, por supuesto!, y si no, ¡voilà! Mamás, papás, nenes -por cierto, ¿cuándo van a la escuela?- y alguna que otra parejita en remojo en aguas tranquilas y cristalinas, y luego, soleada sobre la arena. Y a gusto, tanto que se lo cuentan por teléfono a la familia y no se lo creen... a no ser que le manden una foto vía móvil, como se suele hacer ahora. ¡Y ni aun así! Porque, ¿A cuántos grados están ahora en Alemania, Inglaterra, Holanda, Bélgica...? Desde luego, en sus aguas marítimas o fluviales, eso que hacen en las nuestras, bañarse, no lo podrían hacer. Ni el tiempo acompaña para ir a la playa o al río, ni mucho menos para sumergirse en sus aguas. En cambio, aquí, cuando a punto están de arriar las banderas indicadoras de si hay buena o mala mar y recoger las hamacas hasta el año que viene, o sea, ayer, martes 28 de octubre, ya ven como está el panorama. ¡Magnífico!

Pero por desgracia para todos -y ésta es otra historia-, la gente no trae el dinero que todos -los que vienen y los que estamos aquí- desearíamos (los que vienen para gastárselo y los que estamos aquí para ganarlo). Y que eso es así se nota cuando se hacen números al final: casi tanta gente como el año pasado, pero menos ingresos. Y no lo dice sólo la estadística, sino que también lo asegura la señora de la tienda de souvenirs de al lado, que ésa sí que sabe, por estar al pie del cañón de la cuestión cada día. ¿Motivos de tal desequilibrio? Varios, pero, fundamentalmente, tres: la regresión económica alemana, la unificación de la moneda y la ecotasa. Por este orden. Que vienen menos alemanes que en otros años por esta playa -aseguraba la encargada del souvenir de la playa- es algo que todo el mundo ha visto. Y ¡menos mal! que han venido ingleses, italianos y rusos, que si no... Y encima lo del euro. Antes cambiaban marcos por pesetas, y como les daban tantas, se compraban hasta el bañador y la toalla aquí, y al final de las vacaciones, al no poderla cambiar en el banco, se gastaban la calderilla en chucherías. Ahora con los euros no es lo mismo, pues todos funcionamos con ellos.

Y pensanos los legos en materia turística viendo el buen tiempo que gozamos y la gente que sigue siendo fiel a Mallorca, ¿a pesar de la crisis, que ya pasará, no se podría articular alguna medida para que Mallorca en invierno siguiera atrayendo turismo como en verano?

Pedro Prieto